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España 1 - Italia 1 | La contracrónica

¿Quién fue el falso 9?

Empezamos mejor que en Sudáfrica. Un empate, si el rival es Italia, lo damos por bueno. El problema fue que Del Bosque se llevó tres nueves a Polonia y los tres empezaron en el banquillo.

¿Quién fue el falso 9?

El laberinto del once. Unos minutos antes del España-Italia me llamó un amigo con sabios razonamientos para dejarme esta interesante reflexión: "Todos los medios os habéis tirado una semana mareando con qué delantero centro iba a jugar ante los italianos. Que si Torres, que si Negredo, que si Llorente... Pero lo ocurrido demuestra que nadie sabe la alineación titular nada más que Del Bosque. Es una pérdida absurda de tiempo". Quizás por eso la marea roja de 10.000 hinchas desplazados a Gdansk y los millones y millones que lo vimos por televisión nos quedamos un poco ploff al ver que de salida jugaba Cesc, de eso que llaman falso 9. El nuevo dibujo era un homenaje al tiqui-taca y una apuesta con más riesgos que la prima dichosa que nos tiene a mal traer a los españoles desde hace meses. Pero Del Bosque está legitimado para experimentar después del alegrón inolvidable que nos regaló en Johannesburgo. El caso es que el triángulo Iniesta-Silva-Cesc apuntaba mucha elaboración, pero al pisar el área... Agua.

Siempre Italia. Además, estos italianos nos dan todavía demasiado respeto. Ayer jugamos sin nuestra osadía habitual. De hecho, al faltarle a sus centrales la referencia de un delantero nato sobre el que fijar la marca, adelantaron veinte metros sus líneas y empezaron a recordarnos que Casillas es el mejor portero del mundo. Balotelli, que tiene un pinta física que da miedo, era una amenaza relativa, pero Cassano demostró que está recuperado de su ictus navideño con dos acciones de pillo que casi nos hielan la sangre. España jugaba al futbolín. Ni siquiera barría en la posesión. Buffon disfrutaba de una tarde placentera y la marea roja de las gradas se desesperaba hasta que las paradas de Iker animaban el cotarro a la espera de tiempos mejores...

Daga italiana. Llamé a mi hijo al descanso y ya se sabe: sólo los niños y los ebrios dicen la verdad. Puskitas me abrió los ojos: "Papá, sólo han estado bien Casillas e Iniesta. Nuestros delanteros se quedan solos en el área y la sacan para atrás en vez de tirar a puerta". Es verdad. Faltó instinct killer (instinto asesino). El que tuvo Di Natale, que tuvo que suplir a un Balotelli que quedó retratado ante Ramos. El sevillano se resarció de un error propio con una recuperación más rápida que el asteroide 2012 EG5, que hace poco pasó cerca de la Tierra. Luego, Di Natale cogió la espalda a un lento Piqué y nos clavó un puñal. Olía a tragedia.

Mágico canario. Silva está en estado de gracia y apenas unos minutos después se inventó un pase zidanesco a Cesc, que definió como un ariete nato. El primer gol en una Eurocopa de España a Italia en seis horas. Pero Del Bosque tenía previsto quitar al canario y no le indultó pese a su genialidad made in Arguineguín. Y salió Torres al rescate. ¿Qué rescate?

Negado. Su sola presencia activó el ataque y junto a Navas volvieron loco el partido. Más intensidad. Pero la pistola, sin balas. Torres fue esta vez el falso 9 que le habíamos asignado injustamente a Cesc. El ariete del Chelsea (lo es cuando Drogba tiene día libre o le toca descansar) tuvo tres ocasiones clamorosas. Sobre todo la de Navas, que tenía la puerta vacía y a placer. Esa vaselina tenía menos futuro que Federer en Roland Garros. Mal, Fer...

Violines. España es un equipazo plagado de violines, lo que explica la polémica alineación de Vicente. Pero en fútbol también hay que sacar a veces los trombones para buscar el equilibrio perfecto. Eso sí, me vale el empate. En Sudáfrica perdimos con Suiza y luego ganamos el Mundial. ¡Vamos, España!