Edu Oriol mantiene un día más con vida al Zaragoza

El Zaragoza aportó ayer otra prueba de cargo a favor de la ley del deseo: en cuatro días ha contenido a un par de aspirantes a la Champions, el Athletic y el Levante, lo que demuestra que no hay estímulo más feroz que el instinto de supervivencia. El equipo de JIM ganó el partido equivocado, el del Camp Nou, donde cayó el Málaga. Y perdió el suyo. Para cuando quiso poner la cabeza en ello, Edu Oriol le había dado al Zaragoza el gol que definiría su triunfo.

El Real Zaragoza está vivo un día más. Unos días más. Acosado por la posibilidad del descenso, no se permitió la más mínima contaminación de fatalismo. Durante el primer tramo retomó su fútbol y el estado de ánimo en el punto exacto en que lo había dejado con el Athletic. A los diez minutos capitalizó una equivocación de Cabral. Edu Oriol, chico de moda, domesticó el rebote y la metió abajo, junto al palo.

Después, su partido aspiró al control, la supresión de los errores y el enmascaramiento de la ansiedad y la fatiga. Quedó alejado del área, pero el Levante no se reconoció y jugó un partido de corriente alterna, apenas a ráfagas poco convincentes. Melancolía de Koné y Barkero, desde luego. Amenazó al Zaragoza apenas con dos o tres disparos altos y sobre todo con una larga serie de jugadas a balón parado: Ghezzal no pudo concretar un par de cabezazos muy ventajosos permitidos por Roberto y su defensa. El Zaragoza ha aprendido a vivir en el alambre. La cofradía del resucitado sigue sumando creyentes.