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Liga BBVA | Zaragoza 1 - Atlético 0

Godín da alas al sueño maño

Un penalti innecesario en la prolongación da el triunfo al Zaragoza. Los de Jiménez se dan un respiro. El Cholo regaló la primera parte y ve volar la Champions

<b>DESOLACIÓN. </b>Los atléticos se fueron cariacontecidos de La Romareda. En la imagen, Mérida, Perea y Mario.
DESOLACIÓN. Los atléticos se fueron cariacontecidos de La Romareda. En la imagen, Mérida, Perea y Mario.

Empecemos por el final porque todo lo que sucedió antes fue más o menos prescindible. Con 0-0 en el minuto 94, Helder Postiga se encontró escorado en el área, directo hacia la línea de fondo y sin más opciones que un centro forzado o un remate sin ángulo. Habría firmado un córner sin titubear. Godín, a su vera, sólo debía mantenerse en pie para cerrarle cualquier vía de escape. Pero el uruguayo eligió mal y se lanzó al suelo, pensando en cortar un hipotético centro. Postiga vio el cielo abierto y forzó el contacto. Lo hubo. Penalti que, más a esas alturas de partido, a menudo no se pita, pero penalti. Apoño, convirtiendo la presión extrema en un masaje en un balneario, lo transformó sin titubear. Y el sueño de salvación del Zaragoza echó a volar.

Como vuela la Champions, cada vez más lejos del Atleti. El efecto Simeone ha llegado al momento crítico en toda revolución en el que la efervescencia acaba, las burbujas se posan, el 'ole, ole, ole' baja de volumen y toca analizar lo que queda tras el ruido y la furia. Y lo que queda es un equipo agotado porque la plantilla es corta y descompensada. Adrián es el caso más claro y no hay un tercer delantero en nómina. Eso no es culpa del Cholo, sino de quienes sabiéndolo decidieron que el último fichaje veraniego fuera Pizzi, un extremo por foguear, y no un nueve. Por ejemplo, Postiga, verdugo ayer, y que es del mismo agente; pero él prefería lucir a Pizzi y el Atleti ni discutió. De aquellos barros...

Sin embargo, Simeone no es inocente en los últimos fiascos. Aunque ayer rotó, su solución contra el cansancio parece ser disputar sólo 45 minutos. Regalar la primera parte y jugárselo todo en un doble o nada en la segunda. Ante un equipo al borde del abismo como el Zaragoza, renunciar al mazazo moral de un gol rápido es darle vida. Y los de Jiménez, arropados por una Romareda admirable, lo agradecieron.

Los buenos resultados han obrado maravillas en el Zaragoza, que empieza a jugar sin miedo y talento siempre tuvo. Ante el naufragio del experimental doble pivote Assunçao-Koke y aprovechando la ausencia de Juanfran (indispensable), Abraham y Obradovic se disfrazaron de Mathieu y Alba, intercambiando posiciones y llegando sin cesar. Pero una vez cerca de Courtois, a los locales les faltó picante.

Doble palo. Sólo una ocasión tuvo el Atleti en el primer tiempo, pero qué ocasión. Gran pase de Arda a Adrián que, solo ante Roberto, la revienta contra la cruceta. El rechace le llega a Falcao, sin portero pero acechado por dos defensas, que prefiere disparar fuerte que apuntar. Al poste. Increíble.

Tras el descanso, las urgencias abrieron el partido y los cambios acabaron de romperlo. Jiménez buscó velocidad y Simeone toque, con el regreso de Diego. En el intercambio de llegadas descontroladas, el Zaragoza insistió más, pero el Atleti ajustó mejor. Tuvieron el gol Adrián en el 88', que careció de la frescura mental necesaria para decidir entre mil opciones y le cedió amablemente la pelota a Roberto, y Falcao en el 90', pero le impidió el remate un providencial Obradovic. Y cuando Undiano (desconcertante con las tarjetas y la ley de la ventaja) iba a pitar el final, patinó Godín para locura del Zaragoza, que cree en la salvación. Lo que era un milagro, ya sería sólo una hazaña. Tremendo avance.