Final portuguesa en Dublín

Año 94. Un joven de 16 años llamado Luis André Pina Cabral Villas Boas, vecino de Bobby Robson, deposita una carta en el buzón del técnico inglés en la que ensalza a un suplente del Oporto llamado Domingos Paciencia. Robson, y su ayudante Jose Mourinho, atienden la recomendación y Domingos lo agradece proclamándose máximo goleador de la liga portuguesa un año después.

Mayo de 2011. 17 años más tarde las vidas de Paciencia y Villas Boas se vuelven a cruzar con una final de la Europa League en juego. El primero dirige a los Guerreros de Braga, quienes tras eliminar al Sevilla en la previa de Champions han obrado varios 'milagros', el último, eliminar al Benfica en semifinales. El Oporto, por su parte, exhibe el mejor juego que se le recuerda desde la época de Futre y Madjer. Un fútbol moderno hilvanado por Falcao, Hulk, Fernando y Moutinho.

Hoy se enfrentan dos equipos separados por 47 kilómetros, distancia que dista entre el Estadio Municipal de Braga y O Dragao. Y se baten a 1.600 kilómetros de casa, en un Dublín blindado por la visita de la reina Isabel II.

El Braga es un equipo rocoso que desangra al rival y le apuntilla gracias a sus goles fuera de casa. Liverpool y Benfica son víctimas de ello. El Oporto es la antítesis: avalancha de fútbol ofensivo (17 goles en los últimos cuatro partidos) y pegada descomunal. La técnica de Ali ante la impetuosidad de Frazier. La paciencia inexpugnable de Karpov ante el instinto talentoso de Kasparov. Y arbitra un español, Alberto Carballo Velasco.

Domingos

"Las finales hay que jugarlas. Y más contra un equipo de tu propio país al que te enfrentas dos veces al año y ves cada jornada. Conocemos sus debilidades y sus fortalezas. Y las nuestras".

Villas Boas

"No me gusta el papel de favorito. Eso hay que ganárselo en el campo. El Braga está aquí por derecho propio y nos conocemos muy bien los dos. Será un partido duro y difícil, pero saldremos a ganarlo".