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Liga BBVA | Mallorca 1 - Athletic 0

La isla de los patinazos

El Athletic salió dormido y sólo reaccionó tras el descanso. Webó hizo el único gol muy pronto. Las únicas opciones de empate fueron de Urko Vera

José L. Artetxe
La isla de los patinazos

El encanto rojiblanco se disipó en la isla, escenario poco propicio para el Athletic según dice la historia. Pocos tesoros ha encontrado allí y sí en cambio unos cuantos disgustos, alguno para no olvidar, así que cómo extrañarse de que la racha victoriosa de Caparrós muriese precisamente anoche. No es un contratiempo grave, algún día había que perder, aunque la forma en que llegó la derrota puede molestar. No sucedió nada anormal, aparte de que el Mallorca entró mucho mejor a la pelea, se fajó como la ocasión merecía y adquirió una ventaja que a la postre resultó defintiva.

El Mallorca acabó embotellado en su área y el Athletic cargando con todo, pero antes, durante muchos minutos, se percibió una superioridad indiscutible del cuadro local, cuya disposición recordó en exceso a la que ha distinguido a los rojiblancos en tantas tardes, sin ir más lejos, en las que le han aupado muy arriba en la tabla.

Hasta el descanso el color bermellón se impuso con nitidez, pese al reparto de oportunidades. Luego, el Athletic tiró de orgullo, tomó la iniciativa y obligó a recular a su rival, pero únicamente muy al final, con un par de intentos a cargo de Urko Vera, rozó el empate. El Mallorca, consumido en el aspecto físico, amagó reiteradamente a la contra ante un Athletic que arriesgó dejando mucho espacio a su espalda, pero careció de inspiración para rematar la faena, algo que sí pudo lograr e incluso mereció previamente.

Se diría que el formidable salto dado en la clasificación ejerció un influjo maligno entre los rojibancos, como que se han acostumbrado mal de tanto ganar y ganar, de llevar siempre la delantera en el marcador, de no tener que sufrir y de retirarse a la ducha con una sonrisa estampada en el rostro. Esa fue la sensación que anoche ofreció el Athletic de salida, dio la imagen de un colectivo acomodado, especialmente por contraste al anfitrión, que exhibió mucho interés, agresividad, decisión y, en fin, intensidad para dar y regalar, con y sin balón.

Sorprendidos.

Cierto es que el Mallorca no estaba para bromas, que sus resultados más recientes le han alejado mucho de Europa y que fue barrido en su anterior cita en el Iberostar Estadi, esto es, motivos tenía para salir puesto, pero no cabía esperar que enfrente se flojease tanto, cualquiera diría que hasta fue sorprendido por el animoso empuje del anfitrión.

Semejante disparidad de actitudes se tradujo en el gol de Webó, que marcó el desarrollo de toda la primera mitad: además de dar sentido al enorme esfuerzo físico de los isleños, sentó a cuerno quemado en el otro bando. Sería por la mencionada falta de hábito, pero el Athletic no asimiló lo de ir a remolque y en absoluto se pareció al conjunto armonioso, ágil y eficaz que pisa con fuerza zona continental.

El modo en que Cendrós afrontó el marcaje de Muniain resultó ilustrativo: un par de entradas fuertes, otros dos robos por anticipación y el juvenil que se cambia de banda para coger aire. El Mallorca salió tan puesto que enseguida Castro se plantó solo ante Iraizoz y sólo su condición de zurdo cerrado frustró el 1-0.

Toquero, el único despierto en el arranque, replicó de cabeza a la salida de un córner y tras el oportunísimo despeje de Kevin sobre la línea de gol, la contra sí subió al marcador. Logrado el objetivo inicial, el Mallorca perseveró, ganó la inmensa mayoría de las disputas y de vez en cuando se presentó ante Iraizoz con malísimas intenciones.

El Athletic, despersonalizado y sufriente, suspiraba por el descanso. A la vuelta ya tuvo otra cara. Aceptó el Mallorca el envite, cediendo metros y balón, entre otras cosas porque el fuelle no le daba. El empuje rojiblanco sólo se tradujo en algún apuro suelto para Aouate, cuya única parada de mérito fue ante Urko Vera y a punto de iniciarse el tiempo añadido.

Al Athletic se le escurrió una bonita posibilidad de seguir sumando, no supo estar a la altura de salida y cuando quiso reaccionar, tampoco. El Mallorca jugó sus bazas y además desde el pitido inicial.