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Liga Adelante | Levante

"Me daba igual venir a Segunda o a Segunda B, el Levante es mi equipo"

Sergio Ballesteros pasa revista a su larga carrera desde sus inicios en el Levante hasta su regreso a la entidad granota en la que con él vuelven a llegar los buenos tiempos con el equipo rondando el ascenso.

Javier Mínguez
Sergio Ballesteros
reportaje fotográfico: david gonzález

Si no fuera por las cicatrices de guerra que en el rostro y en el alma dejan 16 temporadas como profesional, creeríamos que Sergio Martínez Ballesteros (Burjassot, 4 de septiembre de 1975) es el mismo Sergio que un tal Juande Ramos reclutó para su gran Levante, el de las 13 victorias seguidas en la 94-95. Con 34 años, el valenciano se sigue dedicando a martirizar delanteros. Ogro para el rival, el aficionado granota le sigue viendo con piel de cordero y, con sólo cerrar los ojos, recuerdan como si fuera ayer a ese niño de 19 años que irrumpió entre los Úriz, Masnou, Eloy y compañía y que hizo la maleta para triunfar en la máxima categoría. Lo que para muchos chiquillos levantinistas es un sueño, llegar a futbolista de élite, para Ballesteros es algo que le sucedió "sin sobresaltos". Así de sencillo se muestra, en el marco incomparable del restaurante Brassa de Mar, para los lectores de AS. "En el Burjassot hacía lo que me gustaba, jugar al fútbol, pero un buen día hice unas pruebas en el Levante, luego subí al primer equipo y vino todo rodado. Nunca pensé en ser profesional. Me di cuenta de que podía serlo cuando debuté con el Tenerife, cuando me vi en Primera cambió todo: presentación, viajes, concentraciones ya era algo diferente".

Ballesteros se remontó a sus inicios. "Los primeros pasos en el Levante fueron bonitos. Hicimos un buen año en el Juvenil con López Ufarte... luego vino el primer equipo y el primer contrato profesional. Había un ambiente muy sano, buen rollo en el vestuario y venían muchísimos aficionados al campo", recuerda un Sergio que ha jugado en un Nou Estadi con 20.000 gargantas empujando. "Con Juande no subimos y la temporada siguiente, que yo me marcho a mitad al Tenerife, ascendieron a Segunda", explica el central, que recuerda el día en que los chicharreros le echaron el ojo. "Fue el partido de Copa contra el Tenerife, con toda la prensa pendiente del fichaje Me tuvieron escondido en una habitación para que no saliera pero fue muy bonito", continúa el zaguero, que tuvo a un campeón de Europa como Jupp Heynckes como el mejor mentor en la élite. "Me trató como a un hijo, se preocupaba de las botas que llevaba, de la coordinación, de que diera pases y chutara con la pierna izquierda Era el niño de Heynckes. Luego se marchó al Real Madrid y comenzó la decadencia del Tenerife", lamenta. "Me llamó Juande para el Rayo e hicimos un gran año y de ahí al Villarreal, con un traspaso importante. Fueron tres años increíbles, ahí se inició la base de lo que es ahora el Submarino que todos conocemos: semifinalistas de UEFA y dos veces campeones de la Intertoto", subraya. "En el Mallorca estuve cuatro años y también terminé jugando muchos partidos", añade.

Su presencia en Palma convierte a Ballesteros en agraviado por la desafortunada frase de Pedro Villarroel, en 2004-05. Aquel 'lo siento por mi amigo Mateo, pero el Mallorca es carne de Segunda' les espoleó. "En la isla se le dio mucha importancia a la frase de Villarroel. Fue un impulso porque dijimos ¡vamos a intentarlo! Pensábamos que desde Valencia se reían de nosotros y dijimos, ¡si morimos lo hacemos con las botas puestas! Nos pusimos a 10 puntos y quedaban 24 por jugar. Entonces, Pedro suelta esa frase, nos ponemos como un tiro y nos salvamos", rememora el defensa, que sale al paso de las acusaciones contra el deportivista Romero y las insinuaciones sobre la visita a Son Moix del Athletic. "El Depor no estaba comprado, viví ese partido. Pasamos por encima de ellos y del Athletic", sentencia un Sergio que ha visto, desde la distancia y con perplejidad, lo que pasaba en Valencia. "Por el Levante pasaron entrenadores y jugadores muy identificados con el club y que no se les ha reconocido. En Primera se fichó a gente que no transmitía nada, sin ninguna calidad, y con eso la gente dejó de ir al campo", lamenta.

El regreso.

Tras rememorar sus vivencias fuera, el 'Kaiser' de Burjassot explica cómo y por qué se produjo su fichaje por el cuadro granota. "En el Mallorca me pasó de todo. Me llaman del Levante y me dicen ¡vente! pero no tienen ni un euro y yo, además, tengo contrato en vigor. Entonces, me salen mejores ofertas. Éstas se complican y el Levante sigue sin poder pagar ni traspaso ni mi ficha, mientras que el Mallorca quería dinero. Al final dije: o me voy a Valencia o me quedo en la isla. Y se resolvió todo", relata. "Me llamaron Miguel Ángel Ruiz y Fenollosa y me hicieron sentir que tenía que venir al Levante. Ahí ya no me lo pensé más, me daba igual fichar en Segunda que en Segunda B, aunque yo sabía que tenía nivel de Primera. Escogí la opción que más ilusión me generaba porque el Levante es mi equipo", manifiesta Ballesteros, a la vez que recuerda un pasaje de sus inicios en el equipo de Orriols, con el ex vicepresidente de protagonista. "Miguel Ángel siempre se portó muy bien conmigo. Con 19 años, me entrenaba con el Levante, iba a la Universidad y dirigía a un equipo de niños en un colegio. Yo iba en moto al estadio pero me la robaron y pensé: soy un cadáver, una ruina. Había autobuses pero, con tantas ocupaciones, no me combinaban bien las horas. Y no tenía dinero para comprarme otra. Con todo esto, me dicen: tranquilo, pásate el lunes por las oficinas. Me preguntan cuánto valía y les dije que 170.000 pesetas. Me dieron 50.000 y me compré una de segunda mano", rememora Sergio, que nos dibuja una escena pintoresca. "La moto era muy vieja. Antes no estaba la sala de prensa, era todo un pasillo seguido por dentro. Me cogía la moto y me cruzaba todo el campo corriendo para poder arrancarla...".

Por razones de peso como la relatada, es un granota de los pies a la cabeza. "El Levante es mi equipo. He jugado en otros en que lo he dejado todo pero aquí hay un plus: ningún otro club apostó el primero por mí, ni me hizo mi primer contrato, ni me traspasó sin poner pegas al Tenerife y se preocupó por mi dinero", relata. "Me da igual estar en Primera, que en Segunda, que en Segunda B. Sería bonito subir pero estoy a gusto porque estoy en mi club", dice Sergio, que quiere colgar la camiseta en el Ciutat, pero sin prisa. "Tengo cuerda para rato aunque quiero seguir ligado al Levante siempre: este club me lo ha dado todo y quiero ayudarle", sentencia. Se ve terminando de azulgrana pero se baja del pedestal en el que le pone la mayoría. "Soy uno más desde el primer día porque el fútbol no tiene memoria y, si te relajas, ese día ya lo has perdido", advierte. "No me siento icono de nadie. La gente es cariñosa y eso es muy bonito. Te sientes orgulloso porque te dicen que han estado en un partido que jugaste hace 16 años en la Malvarrosa", nos cuenta Ballesteros al que, desde la injusticia, no se le trató tan bien fuera de Valencia en algunos momentos. "Me da igual que me calificaran de leñero. Hay gente ignorante que te pone un cartel sin haberte visto jugar", sentencia.

El éxito actual.

El jugador de 34 años no tiene problemas en hablar del pasado pero pasamos al presente. "La base que hemos construido es muy sólida: nadie ha superado a este equipo porque rendimos a un alto nivel pero, si bajamos, nos pasarán por encima. Si hubo algo raro, una expulsión, un gol inesperado en contra... nos pesó demasiado. Es algo que hemos comenzado a atenuar", celebra Sergio, que ve dos claves en el funcionamiento del equipo. La primera, su técnico. "Luis García tiene capacidad para estar en Primera, posee unas cualidades innatas como entrenador: su relación con el jugador es natural, nada fingida, es muy trabajador y prepara muy bien los partidos. Está al nivel de los mejores". La segunda, el vestuario. "He estado en buenos grupos pero lo que hace a éste diferente son las condiciones malas en que hemos vivido: ahí, todos agachamos la cabeza y remamos por el equipo. Hay muy buena gente ahí dentro", asegura. Unos futbolistas trabajadores que cree que serán premiados si se pelea por el objetivo, al que siempre se refieren con la boca pequeña, de ascender. "Primero tenemos que llegar a esa situación de pelear arriba y, si lo hacemos, estoy seguro de que el club nos va a respaldar. No estamos preocupados", sentencia.

Por último, habla con comprensión del único fallo que están teniendo en esta brillante campaña: el poco apoyo que les llega en número desde la grada. "La gente del Levante está ahí, esperando a que se aclare todo. Hubo años de cosas raras en el pasado: la anterior temporada la gente se quedó muy contenta con el vestuario y los técnicos, y ésta está siendo la confirmación. Se va corriendo la voz de que somos un equipo humilde, que hace buen fútbol, goles el aficionado espera que salte la chispa, les gusta ver a su equipo arriba. Esto es cosa nuestra", finaliza el 'Kaiser'.