El Athletic no desea más sustos

El reclamo de Europa vuelve a convocar a la afición en San Mamés. Para los de Joaquín Caparrós se trata de la segunda ronda, lo cual, por tratarse de un peldaño superior, en teoría supone que contiene una mayor dificultad, aunque en la práctica debería ser lo contrario.

La entidad del rival no es el único elemento valorado en la reflexión anterior. Es probable que entre el Tromsoe y el Young Boys no existan diferencias muy apreciables en cuanto a calidad se refiere. Seguro que difieren bastante más en el estilo de juego que practican y en el prototipo de futbolista de cada plantilla.

Pero aparte de cuestiones estéticas, como se comprobó en la ronda anterior, el peligro más claro al que se enfrenta este Athletic es el rendimiento propio. Si da una medida acorde a su potencial, sólo puede esperarse que en el próximo bombo de la UEFA haya una bola con su nombre.

Hay dos factores en los que sustentar las aspiraciones internacionales del Athletic, a nada que el sentido común y la lógica tengan su espacio en este verano un tanto revuelto en el seno del club. De una parte, el susto vivido ante el Young Boys, y de otra, el tiempo transcurrido desde aquel partido que sembró de perplejidad y enojo las gradas de La Catedral. Tres semanas, un tiempo suficiente para adquirir el punto de forma y de ebullición que todo encuentro de competición suele exigir.

Vamos, que el Athletic está advertido y a la fuerza ha tenido que subsanar el grave error de cálculo en la preparación que se detectó el 30 de agosto en el escenario de esta noche, y que perfectamente le pudo costar el adiós prematuro a Europa.