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Liga Adelante | Murcia 1 - Nàstic 1

Iván salva un punto... y a Javi

Marcó el empate de soberbio zapatazo. Jandro adelantó a un Nàstic superior en la primera mitad. La segunda parte, local Gritos contra Clemente

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<b>INESPERADO. </b>Jandro y Despotovic chocaron en este lance. Se esperaban los goles del segundo (no fue el día de Ranko) pero fue el del Nàstic el que supo batir el marco rival.
INESPERADO. Jandro y Despotovic chocaron en este lance. Se esperaban los goles del segundo (no fue el día de Ranko) pero fue el del Nàstic el que supo batir el marco rival.

Pintaba mal, muy mal para el Murcia y sobre todo para su entrenador, Javier Clemente, pero apareció Iván Alonso, tomó la pelota desde el centro del campo, desde donde sólo un loco, o también, sólo un tipo que se tiene una fe bárbara (y más con la que estaba cayendo, con la grada a punto de 'romper' en bronca tremenda) es capaz de probar fortuna y ¡bingo!. Golazo que al Murcia le supo a música celestial, que fue como un envío masivo de botellas de oxígeno y que para el Nàstic fue como una despedida anticipada de una victoria de la que se hizo merecedor el cuadro de Ferrando en la primera mitad, pero que perdió (y además, justamente) tras el descanso. Un golazo, puede que Rubén pudiera haber hecho algo más, que Iván festejó abrazando la bandera uruguaya que su abuela le tendía desde la grada, en un momento en el que todo el campo hubiera querido hacer lo mismo con él. Abrazarle, agradecerle, arropar al futbolista bandera, a ese al que Clemente puso en el disparadero, al mismo que ayer le salvó la cabeza y que le permite llegar al próximo partido ante el Éibar.

Tras el gol, y más tras la expulsión de Yedra que dejó a los tarraconenses en inferioridad los últimos veinte minutos, el Murcia inclinó el campo a su favor. Con Capdevila (completísimo una vez más) y Dialiba por los costados, con Iván apareciendo omnipresente, con el Nàstic acogotado y defendiendo con el culo pegado al marco de Rubén Pérez se sucedieron las ocasiones para los locales. Les faltó puntería. No la tuvo un desaparecido Despotovic, ni tampoco el chaval Malón que probó con un buen disparo desde la distancia, ni Capdevila al que un latigazo desde el pico del área con el Nàstic a la deriva sacó con mil problemas (en el mal despeje casi se la mete por la escuadra) Rubén... y sobre todo le faltó puntería, precisión y frialdad a Dialiba en un remate facilito en el último minuto. Ahí tuvo el triunfo el Murcia. Por una vez el fútbol tuvo memoria y recordó que los lejanos por entonces primeros cuarenta y cinco minutos, fueron claramente de un Nàstic que tras el descanso sólo sumo como ocasión clara un disparo de N'Gal. Sólo eso. Ni con once ni luego tampoco con diez.

¿Y por qué un cambio tan radical? ¿Y por qué, y es algo que se repite con demasiada frecuencia, el Murcia espera verse abajo para reaccionar, para que su buen plantel empiece a manejar el partido? Preguntas a las que debe responder el que les manda, un Clemente al que le funcionaron los cambios, más vale tarde que nunca, y al que, también, Ferrando como antes otros entrenadores 'de Segunda' le dio un repaso en toda regla en cuanto a colocación, en la manera de desactivar a las dos 'bombas', a Iván y a Despotovic y sobre todo desplegando un juego de estrategia (en faltas, córners y hasta saques de banda) que el Murcia no tiene y que tampoco fue capaz de contrarrestar.

Así, con Gibanel y sobretodo Diop manejando el match en el centro, con Campano y Redondo por derecha y el talentoso Jandro por izquierda, los catalanes desarbolaron al Murcia antes del descanso. Con un fútbol milimétrico, con los locales impotentes, el Nàstic se adelantó tras una jugada-prototipo que Jandro convirtió en el 0-1. Una desventaja que incluso pudo ser mayor de no haber acertado Elía en otras dos llegadas de peligro. Eran minutos de berrinche en la grada, de "Clemente vete ya". Eran minutos placenteros para los visitantes. Era la película de tantas tardes. Y ojo, el Nàstic no se gastó en verano más que el Murcia, sus jugadores no valen tanto... pero tienen las ideas claras. Al menos las tuvieron hasta el descanso.

Vuelco y moratoria. Luego salió la mejor cara del mejor Murcia, de ese al que se le sigue esperando tres meses después. Saber si fue producto de una bronca de Clemente a los suyos en la caseta, si fue una cuestión de autogestión del equipo, si fue sólo el 'efecto Iván' o si en esa resurrección influyó el bajón de los visitantes, nos da para entretenernos hasta el próximo partido. Eso sí, todavía sin abandonar plazas de descenso.