Yo digo Marco Ruiz
El empaque que dan las tres estrellas
Lo pone en la camiseta. Debajo del escudo alemán hay tres estrellas, una detrás de otra, que simbolizan las tres Eurocopas que ya tienen en el bolsillo. Esas tres estrellas dan empaque, confianza y fe en las propias posibilidades. Una creencia en la victoria distinta a la que trajo a los turcos hasta las semifinales, pero más válida para este tipo de citas, o para la que hace sólo unos días Alemania solventó ante los portugueses haciendo un fútbol radicalmente distinto al de ayer. La máquina funciona a ratos. El problema es que la victoria parece asegurada tanto si está estropeada como si el engranaje es perfecto.
España se encontrará, si gana a Rusia, ante una roca. Un equipo sin escrúpulos que lleva el viento de la historia de cola. Pero también un equipo con muchas lagunas. Sólo cuando a Schweinsteiger, el excéntrico Beckham alemán, se le enciende la pila (entonces sus chispazos son letales) o cuando Podolski, Klose o Lahm encuentran un hueco los alemanes tienen en su mano la creatividad. Y fueron ellos los que evitaron ayer el ridículo germano, sorprendidos, como todos, por el fútbol táctico de Turquía. La obra de Terim se derrumbó en el último suspiro. El cuarto milagro estuvo a punto de confirmarse. Pasó el de siempre.