Black is Black

Nuevos tiempos. El socio número 150 del Real Madrid tiene 74 años, se llama Carlos Martínez Díaz, recibió su primer carnet nada más acabar la Guerra Civil y, a pesar de su dolorosa invalidez actual, vio orgulloso desde el Palco del Bernabéu los dos goles de ese gigante llamado Ruud van Nistelrooy, que huele la trucha antes de llegar al río. El hombre fue uno de los beneficiados por esa política de puertas abiertas que anoche convirtió el palco de autoridades en una grada popular apta para todos los públicos. Por eso también tuve el honor de saludar a Pepita, la viuda de Chus Alonso, ese interior que jugó casi toda su carrera con la camiseta blanca (1935-1948) y que compartía tertulias futboleras con su cuñado Herrerita, alma del Oviedo de la época. Esos 217 socios y peñistas que tomaron la zona noble se llevaron una impresión incuestionable de este Trofeo Bernabéu. El Madrid de verdad, el de la primera parte, puede dar la vuelta al calcetín esta temporada y acabar con la insufrible excedencia del último trienio.

Blanco y negro. La guardia pretoriana de Capello no escondió las cartas ante ese Anderlecht del que quedaba poco (o nada) del brillante campeón belga de los años 60 y 80. El muro de ébano (Emerson & Diarra) logró convencer por su capacidad de intimidación. El malí se ganó a la grada por su osadía a pesar de llevar 27 horas en la ciudad y sólo conocer a sus compañeros por los resúmenes que veía desde Lyon en Eurosport. Aguantó 76 minutos como si ya llevase cinco años entre nosotros. Entre este africano de 25 años y el brasileño de 30 (ya sé que no es Emerson Fittipaldi, pero el brasileño no cede terreno ni en las propinas) van a crear un dique de contención que valoraron los amigos llegados desde Vilassar de Mar (Peña El Clavel Blanco), Mataró (Peña Illuro), Calzada de Calatrava, Lleida (Peña Balaguer), Callosa de Segura, Navacerrada, Guardo... Y así sumando hasta llegar a esos 65.000 fieles que dejaron claro que Capello y su irreductible guardia pretoriana no caminarán solos este año.

'Cassanatta'. Con Cassano me siento como un niño malo que en su día maltrató a una novia que ahora es una mujer de bandera. Su primer tiempo fue como el de Butragueño en la remontada del 84. Taconazos, espuelas, caños, pases al primer toque, asistencias, sombreros, controles y filigranas para deleite del personal. Capello ha logrado que Cassano sea el quinto fichaje. Nadie le esperaba. "Pero está ahí," como dice José Portas, el cassanólogo por excelencia. Me cuentan que el delantero italiano paseaba por las calles de Salt Lake City y vio a un homeless tumbado en la acera. Le dio los cincuenta dólares que llevaba en el bolsillo y le ofreció ayuda. Buen jugador, buen tipo...

Primer título. Lo sé, queda mucho por hacer. Pero el primer tiempo permite respirar aire fresco. Raúl vuelve a ser Raúl, Van the Man los meterá de todos los colores y Cannavaro es il capo de una defensa que permitirá a Casillas vivir un año sabático. Di Stéfano dijo al conocer en persona al Balón de Plata del Mundial: "Ché, tu cabeza pelada es como la del duce". Don Alfredo, genio y figura.