Butragueño
"Dos días antes de esa gesta vimos Kárate Kid"
Hablar de Butragueño y del Anderlecht es recordar la noche mágica del 6-1 a los belgas (12-12-84). El histórico 'hat-trick' a Munaron inició la leyenda del Buitre.
Esperaba mi llamada.
Sí, era previsible que antes de jugar con el Anderlecht alguien con buena memoria recordase aquel partidazo de 1984. Le agradezco que no olviden la que para mí fue la noche más grande con la camiseta del Real Madrid.
Le metió tres goles al Anderlecht de Scifo, Morten Olsen y Arnessen. Se dice rápido.
Eso fue producto de un estado de sugestión colectiva que nos dejó hipnotizados a todos los chavales de nuestra Quinta. En Bruselas perdimos 3-0 y lo normal es que el equipo se hubiera hundido, pero...
Pero...
Ya en el autobús de camino al aeropuerto los veteranos como Camacho, Stielike y Santillana empezaron a gritar convencidos de que en el Bernabéu remontábamos.
¿Es cierto lo que dice la leyenda de las horas previas a aquella gesta con los belgas?
Por completo. Nos concentramos dos días antes del partido para crear una atmósfera especial. Los veteranos se reunieron y decidieron que fuéramos al cine. Eligieron Kárate Kid, que a mí me encantó. Esa mezcla entre fuerza mental y física me liberó de presión. Yo me sentía como el protagonista de Kárate Kid. Frágil en apariencia, pero mi mente estaba como la roca. Y, además, ahí llegó Camacho.
Explíquese, por favor.
José era un torbellino y no se arrugaba ante nada. En el hotel ya empezaba a gritar en las comidas o en las horas de lectura: "¡Los belgas están eliminados y todos lo sabéis!". Creo que Camacho fue el precursor del famoso ¡A por ellos! que tanto ha cantado la afición española durante el Mundial.
Y llegó el partido y usted de titular.
Sí. A Amancio le doy las gracias veintidós años después porque lo fácil era haberme dejado en el banquillo y no jugársela con un mocoso. Pero en el vestuario se me acercó Amancio antes de la gesta y me susurró: "Niño, hoy vas a meter dos goles a los belgas". Se quedó corto por uno.
Si ustedes no iban dopados, al menos lo parecía. Los belgas les veían pasar a ustedes como aviones.
Se nota que usted no sabe lo que es jugar en un Bernabéu abarrotado en una noche europea. Las piernas te bailan y no sientes dolor aunque te rompan a patadas. El público te lleva en volandas y la mirada de Scifo, que era un crack, me dejó claro antes del pitido inicial que íbamos a remontar el 3-0. Yo marqué el segundo, el quinto y el sexto. Uno fue un trallazo que entró pegado al larguero. Nunca más pude golpearle tan duro a la pelota.
Emilio 'Kid', esa noche cambió la historia del Madrid.
Cierto. No olvido que a falta de cinco minutos pusieron por la megafonía el himno de las mocitas madrileñas, porque el 6-1 era un sueño y nadie podía evitar la emoción. Además, a partir de ahí llegaron las famosas remontadas europeas ante el Inter y el Borussia.
¿Y ahora qué hace usted?
Del pasado no hablo. Soy un socio del Madrid que sólo quiere volver a la Cibeles...