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Copa del Rey | Athletic 0 - Real Madrid 1

Becks, el rey 'Majo'

Fue la noche en la que regresó la magia blanca. Empezando por Robinho, siguiendo con la inteligente estrategia de López Caro y acabando con el gol de Beckham. Los leones de Javi Clemente, arañaron, pero no mordieron...

Beckham celebra el golque logró a pase de Robinho.

Efecto Saeta. Todo pintaba bien para el ordenado Madrid de Caro desde que Alfredo Di Stéfano (¡grande!) nos dio un regalo de Reyes Magos anticipado. Harto, entre comillas, de firmar autógrafos en la UCI de La Fe de Valencia, le trasladaron a planta para que pronto siga alimentándonos con sus socarronerías y su sabiduría. La Saeta dará todavía mucha guerra y su Madrid más. En San Mamés vi el nuevo espíritu que ha impregnado este lebrijano de firmes convicciones y mentalidad espartana. Big López Caro. Ya se lo dijo Florentino a sus chicos en la víspera con buen criterio: "Sólo os pido unión, calidad, coraje y profesionalidad". Ante el Athletic, sobresaliente en las cuatro asignaturas. 2006 empieza con otro discurso

Rey David. Beckham es, con diferencia, uno de los mejores fichajes de la era Florentino. Muchos le discuten porque les debe fastidiar que tenga el pelo lacio, la melena rubia sin aditivos capilares y un poder seductor que traspasa fronteras. Pero desde que vino al Bernabéu siempre se ha dejado el alma por la camiseta blanca y jamás especuló para resguardar sus cotizadas piernas. Es madridista de raza y su manera de celebrar el gol a Aranzubia sólo está al alcance de los apóstoles de la religión blanca: Juanito, Stielike, Pirri, Hugo y Sergio Ramos. Beckham es un rey majo.

Clemente, fiel. Javi no cambiará y ése es uno de sus atractivos. Por mucho que en los días previos quisiera calentar la caldera futbolística del Bocho para imaginar un Athletic con once leones comiéndose vivos a los galácticos de segunda generación (faltaban Ronaldo, Raúl, Zidane, Roberto Carlos), al final dejó en el banquillo a Yeste y dio la titularidad a Guerrero porque en su cabeza está el duelo del sábado ante el Depor. El fantasma del descenso aterra más que el de la ópera

Robinshow. Robinho será el Balón de Oro de 2008 y nadie me bajará de esa burra. El 10 es un jugador ídem y en tres incursiones eléctricas dejó claro que lo de Cádiz no fue un espejismo, sino un aperitivo. La zaga del Athletic resbalaba ante sus incursiones como hubiesen untado sus botas con mantequilla. Ya sé que no remató la faena, pero los buenos toreros se dejan ver con la muleta, no con la espada. Pronto lo veremos con su compatriota Cicinho, al que apartó de la fiesta una torpeza de despacho. Pero este fichaje dará que hablar. Para bien...

Undiano, otra vez. Que Undiano sea malo un día sí y otro también no es noticia, sobre todo si el damnificado es el Madrid. En Anoeta permitió que su auxiliar se inventase un penalti de Roberto Carlos y anoche invalidó un desmarque legal de Robinho que finalizó en gol de Soldado. El valenciano no me falla. El día que llega Antonio Cassano marca de nuevo. Háganlos compatibles, por favor. Estoy tranquilo porque Juan Ramón es como el caserío. Me fío. Aquí hay entrenador de verdad, señores.

Fiesta. Disfruté del duelo copero en el Hotel Gloria Palace de Las Palmas, junto a sus dueños, vascos nobles y fieles hinchas del Athletic. Caballeros en la derrota, asumieron el justo triunfo de un Madrid que llevaba siete años sin tocar pelo en La Catedral. Mi amigo Hermino Menéndez, a mi lado, se despidió con una profecía: "Hoy explotó Robinho. En Villarreal será Baptista". Ojalá, maestro. Esto ya tiene otra pinta. El Madrid ha vuelto. Año par. Lo sabía, lo sabía, lo sabía