Yo digo | J. A . Alcalá
This is Anfield
Anfield Road es un estadio cerrado, de gradas cubiertas, típicamente inglés y aparece de repente en medio de un barrio residencial de pequeñas casitas de ladrillo rojo ennegrecido por el tiempo, la lluvia y el humo de las fábricas. Eran las dos de la tarde de otro viernes, lluvioso y gris, cuando Fernando Morientes pisó por primera vez en su vida el césped de Anfield, y quizá sintió en primera persona el peso de la historia de este club. Y quizá se acordó también de la promesa que le hizo a un amigo suyo poco después de las campanadas de Nochevieja: "Lo único que le pido a 2005 es que me permita volver a sentirme futbolista".
Quedan muchas imágenes de ayer: los centenares de aficionados que esperaban para hacerse una foto con esas tiendas de camisetas que tanto le gustan a Florentino, donde empezaban a venderse las que llevan su nombre; y en la parte menos bonita, la noche cayendo muy pronto sobre Liverpool y ese cielo gris plomizo que siempre le gana la batalla al sol y que te hace sentir una creciente nostalgia de España. Cuando Morientes se levante esta mañana llamará a su familia en España, se vestirá de rojo, se sentirá otra vez futbolista y saltará al césped. Y ahí todo volverá a empezar. A los que le apreciamos, nos queda la misión de hacerle llegar que aunque Liverpool y Madrid sean tan distintas y tan distantes, Fernando Morientes, como dice la leyenda, nunca caminará sólo. Mucha suerte, crack.