El pasado 14 de marzo, la aduana del Aeropuerto Madrid-Barajas Adolfo Suárez retuvo a Luno, un perro que viajó con su dueña desde Costa Rica a nuestro país, debido a que no contaba con el microchip, identificativo en estas mascotas. Por ello, la formación política PACMA hizo eco de este problema y denunció la situación de este animal, donde aseguran que el Juzgado Contencioso Administrativo de Madrid “ha confirmado la medida cautelar” para que no sea devuelto a su país de origen.

Sin embargo, desde el grupo político señalan que el proceso judicial será lento, ya que la propia justicia será la encargada de “paralizar oficialmente su deportación hasta la celebración del juicio”. Del mismo modo, PACMA indica que esta situación tan “desagradable” para Andrea, su dueña, se debe “al poco interés de las autoridades españolas en resolver esta situación”.

¿Qué pasará con Luno?

Principalmente, PACMA manifiesta que el motivo principal de esta retención es “un error en el abordaje en el país de origen”, como también “el desconocimiento de las normas por parte de su dueña”. Además, el partido animalista sustenta la opción de que Luno reciba el microchip y las vacunas correspondientes en las próximas horas, según recoge el Reglamento Europeo en estas situaciones y explicó Monica Olivares, abogada del grupo político, pero que no ha sido confirmado por parte de las autoridades gubernamentales.

"Ponerle microchip, vacunas y cuarentena es una de las medidas que prevé el Reglamento Europeo para este tipo de incidencias. Tuvimos un antecedente en el aeropuerto de El Prat hace unos años, el perrito Buddy, y al final la administración cedió en dar esta opción. No es algo que pretendamos nosotros o Andrea, la responsable del perro, sino que es una normativa europea que está en vigor y que es de aplicación directa en el ordenamiento español", señala la militante de la formación.

También, el grupo PACMA ha denunciado que, a pesar de la situación actual, “Luno está sano cuenta con la cartilla sanitaria actualizada y completa”, hecho que no ha sido contemplado por la aduana del aeropuerto para frenar su retención en sus dependencias. Además, la mascota "se encuentra aislada, como si fuese una mercancía, y sin contacto con su titular o ninguna otra persona conocida”, cuenta.