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"¿Puede haber una erupción? Seguro. ¿Puede que no? No lo sabemos"
Entrevistamos a Stavros Meletlidis, geólogo y doctor en Vulcanología del Instituto Geográfico Nacional, quien nos cuenta cómo es el trabajo sobre el terreno.
La Palma es el epicentro ahora mismo no sólo de la vulcanología, sino también del IGN, Instituto Geográfico Nacional. Se está viviendo un momento único, del que se aprende en cada dato registrado. Un equipo de más de 30 personas está trabajando desde hace más de una semana sin descanso, no sólo en el terreno, sino también pegados a pantallas de ordenador en Tenerife y en Madrid registrando cada dato, cada sensor.
Hablamos para el Diario AS con Stavros Meletlidis (en la imagen principal), Geólogo y doctor en Volcanología, un experto internacional que siente una responsabilidad enorme por lo que está ocurriendo. Con amplia experiencia en volcanes, estuvo en la erupción del Hierro, trabajó en el volcán mexicano Popocatépetl, y fue responsable del observatorio de Santorini, considerado uno de los cráter más grandes del mundo.
Ahora mismo trabaja con todo tipo de sensores en la isla de La Palma. “Estamos encargados de la vigilancia volcánica y alerta temprana. En la isla tenemos varios tipos de sensores, sensores para los movimientos sísmicos, nueve estaciones, y en los próximos días, y horas, los ampliaremos. También tenemos siete sensores de deformación de suelo que actúan con GPS, y otros sensores inclinómetros, que estudian la deformación sobre el nivel del terreno y sensores que hacen demostraciones de gases; además de todo, estamos haciendo campañas de formación en el área de la actividad y del agua. También trabajamos con imágenes de satélite, para saber si hay algún punto que se caliente más”, nos cuenta desde la isla de La Palma.
-¿Cuándo comenzó su trabajo sobre este fenómeno?
-El 'ostras' empezó con la sismicidad creciente, y desde que se ha observado la sismicidad, y desde que se ha estudiado los datos al ver la energía que se liberaba, y otros parámetros, hemos dado por hecho que es una situación anómala, hemos tenido otras veces sismicidad pero no con esa características.
Ahora mismo, no se sabe qué va a ocurrir. Aunque barajes una probabilidad, hay muchas variantes que interactúan entre sí. Si vamos a lo que ha pasado los siglos pasados en las islas, podríamos opinar con un registro de datos, pero Canarias, relativamente, es una tierra nueva en ésto, y de la actividad que hemos tenido en los últimos 500 años tenemos algún dato histórico, pero instrumentación en el campo solo tenemos la erupción del Teneguía, y de la última de El Hierro.
-¿Qué opciones se barajan?
-Barajamos las dos opciones: si hay erupción, estamos para observar, estudiar; lo importante de un fenómeno volcánico es observar y seguir la actividad, porque a través de lo que registres mientras tengas la erupción puedes hacer un pronóstico de cómo continuara la actividad.
Si no hay erupción, en Vulcanología, escalas muy rápido, pero se baja muy lento. Necesitaríamos muchas más semanas, no podemos dar por terminado el episodio de manera rápida, eso puede durar más tiempo en que
-¿Cómo está la población?
-No hay que asustarse, hay que estar pendiente. Llevo desde el primer día aquí, la población está en alerta pero lo lleva bien. El problema es todo lo que nos llega del exterior. El 80% de lo que se dice es un bulo. Un 20% es información. Nosotros, como IGN, hemos habilitado una página especial sólo para este fenómeno, y recomendamos que sigan las fuentes oficiales, el PEVOLCA e IGN. Hay que estar en alerta, repasar el folleto de qué preparar en caso de evacuación, pero seguir haciendo una vida normal. Primero, porque no se puede parar un fenómeno así, y para reaccionar en caso de que se hiciera efectivo, hay que tener una tranquilidad. La incertidumbre te pone nervioso y el nerviosismo te puede jugar una mala pasada. Hay que ponerse en el lugar de las miles de personas que viven aquí. Nuestro trabajo es informar y hay muchas personas con muchas historias.
-¿Ser vulcanólogo en este momento es un reto apasionante?
-Es contradictorio, es apasionante, pero puede generar un problema a otra persona. Esa contradicción nos genera un sentido de la responsabilidad mayor, para aportar y ayudar al máximo. Nosotros, como IGN, además de la preparación y tener las redes de trabajo preparadas, nos hemos desplazado. Tenemos una labor social muy importante, nos preguntan, nos paran, nos ven a diario con un chaleco que pone ‘vulcanólogo’. Los días ahora mismo son largos, y las noches más. Hay un grupo de personas que pone de lado su vida, su familia, para estar aquí y ayudar. Se descansa lo justo para poder rendir sin tener consecuencias.
-¿Cómo se trabaja con los datos?
-Los protagonistas en estas actividades son las gráficas que nos dan todos los datos para que todo funcione. Los datos en Vulcanología se pueden interpretar en varios puntos de vista. No es una ciencia exacta. Nuestro grupo de vigilancia volcánica de 30 personas, estamos dividos en dos grupos. Hay gente en Madrid, en Tenerife, hay físicos, matemáticos, geólogos, ingenieros, electrónicos… cada uno, aporta su dato, y esos datos nos dan toda la certidumbre posible. Para interpretar esos datos, te puedes basar en tu experiencia y en lo que has estudiado, debes intercambiar experiencias con profesionales internacionales, pero siempre el problema con los datos es que los datos generan un ‘árbol de eventos’, y puedes ir por un camino equivocado. ¿Puede haber una erupción? Seguro. ¿Puede que no? No lo sabemos.
Hay un turno de 24 horas de la red de vigilancia nacional, y luego todos los demás grupos miramos datos, contrastamos, interactuamos con todos.
Los datos no son concluyentes ahora mismo. No se pueden extrapolar los datos de hoy a mañana. Hay más cosas que intervienen en el magma, el modelo tiene errores, el error 1 puede tirar el modelo abajo igual que el 40.
-¿Nos explica cómo saltó la ‘alerta’?
-Hay que ser muy cauteloso con estas situaciones. Puedes movilizar a tu gente, pero tienes que pensar que si esa movilización es muy exagerada, puedes generar alarmismo. Pasó en El Hierro; repasamos los datos, aseguramos todo, nos reunimos todos los grupos, repasamos de nuevo, y tomamos las medidas. En menos de 24 horas se activó todo. La reacción hay que tener en cuenta que estamos en islas, necesitamos coordinador con barcos, coches, apartamentos, aviones… Hay que coordinar también a los que están fijos en los monitores, que siguen ahí, los de la red sísmica.
Respecto a lo que está ocurriendo ahora mismo, desde 2017, hemos tenido algún que otro periodo de sismicidad, pero esta fase no coincide con lo que hemos visto. El primer día laboral fue el lunes, el martes a las 8 de la mañana ya estábamos aquí.
Cuando tienes una erupción, lo primero que haces es tener en cuenta la seguridad. El material que sale de ahí abajo te puede dar información de qué profundidad, cómo se va a desarrollar incluso la erupción. La primera fase de una erupción no puedes acercarte, que suele ser la más violenta. Se genera un perímetro de seguridad, y poco a poco se ve qué se puede hacer. Si hay una erupción, tus sensores seguirán registrando datos, la erupción pueden tener fases alternativas. El otro día, por ejemplo, el volcán de Islandia paró. De repente.
Ahora mismo, no se pueden poner fechas, ni siquiera hablar de días, semanas, o meses sobre esta situación.
En El Hierro estuvimos 3 meses antes, y la erupción fue el 3 de octubre, y luego una vez que empezó tampoco sabes cuándo acaba. Lo de El Hierro puso los cimientos del grupo de Vulcanología, era un grupo joven, y no todas las personas tenían experiencia. El Hierro fue una suerte, por un lado, porque no hubo daños a la población; por otro lado, nos ha permitido adquirir conocimiento.
Nuestro servicio es que todo funcione bien, y que las autoridades gestionen la emergencia. Ahora ya no hay gente para contar lo que ha pasado en otras ocasiones; la cultura volcánica ya se ha olvidado, ha pasado demasiado tiempo desde la última vez. El Hierro ha enseñado a que toda Canarias es volcánica.
Históricamente, las erupciones no han sido muy grandes, ni muy explosivas aquí, pero Canarias ha crecido, por lo que la misma erupción de Teneguía hace 50 años, ya generaría un problema en carreteras, abastecimiento de aguas, aviación, economía, como se vio en El Hierro, y los que lo pagan son la población local.