El polémico experimento de Noruega con los sonidos de ballena
Varios expertos piden al Gobierno noruego que pare su ensayo con sensores colocados en la piel de las ballenas por su "potencial significativo para causar lesiones y estrés".
Los sonidos que emitimos los seres humanos en el mar pueden causar un notable impacto en la audición de las ballenas y causarles estrés. Para esclarecer qué ruidos oceánicos emitidos por el hombre son los que afectan a estos animales, un equipo de investigación pretende capturar una docena de ballenas minke jóvenes frente a la costa noruega y utilizar sensores colocados en su piel para medir sus respuestas cerebrales en reacción al sonido.
“No tenemos conocimiento de su audición, y es importante que los reguladores de ruido sepan qué tipo de ruido podría afectarlos”, explica a CNN Petter Kvadsheim, científico jefe del Norwegian Defense Research Establishment (FFI). Asimismo, aclaró que el equipo no probará la tolerancia al ruido de las ballenas ni cómo responden al sonido de manera conductual: “Los exponemos al sonido más bajo que pueden escuchar para encontrar su umbral de audición, utilizando métodos electrofisiológicos desarrollados para su uso en niños recién nacidos”.
Un grupo de científicos les han pedido que paren
Aunque Kvadsheim, coautor del experimento que está en marcha, ha insistido en que no se dañará a los animales, 50 científicos y veterinarios internacionales han escrito una carta al primer ministro de Noruega para pedirle que detenga el ensayo. En la nota argumentan que la captura y la duración del trabajo “tienen un potencial significativo para causar lesiones y estrés, lo que potencialmente puede resultar en miopatía de captura”, una enfermedad no infecciosa en los animales domésticos y salvajes en la que el daño muscular es el resultado del esfuerzo, la lucha o el estrés extremos y puede ser fatal.
“Ya sabemos mucho de los estudios de observación sobre cómo el ruido de alta amplitud producido por el hombre afecta a las ballenas barbadas, por lo que la investigación propuesta no solo es peligrosa y poco ética, sino que también es redundante”, añaden los expertos en la carta. Hasta ahora, más de 64.000 personas han firmado una petición pidiendo que se detenga el experimento.
La propia Autoridad de Seguridad Alimentaria de Noruega, que aprobó el ensayo, reconoce que el experimento, consistente en atrapar a las ballenas, mantenerlas en un recinto durante 3-4 días y etiquetarlas, “implica angustia e incomodidad moderadas durante hasta seis horas”. Sin embargo, Ole Aamodt, jefe del departamento veterinario de la entidad, asegura que el experimento tenía una gravedad “moderada” y que “no hay nada que indique que este experimento deba considerarse severo”. “Evaluamos que el propósito del experimento está bien descrito y justificado, y que esto justifica la carga sobre los animales”, concluye.
Como respuesta, los 50 científicos internacionales que firmaron la carta consideran que esto es un “eufemismo” e insisten en que “este proceso corre el riesgo de causarle a la ballena un estrés considerable que lleve al pánico, creando una situación peligrosa tanto para las ballenas como para los humanos”. Kvadsheim, por su parte, sostiene que su equipo ha pasado por “un proceso de planificación y permisos muy completo para reducir el riesgo al mínimo”.