Los primeros meses de pandemia fueron especialmente duros en todo mundo. Una situación nueva a la que enfrentarnos sin saber bien cómo hacerlo. Con todo cerrado salvo lo estrictamente esencial, salir a hacer la compra era un momento delicado en el que nos exponíamos a un virus, el SARS-CoV-2, del que apenas sabíamos nada.

Sin embargo, con el paso del tiempo, se ha demostrado que los contagios se suelen producir principalmente a través de aerosoles que se mantienen en el aire cuando hablamos expulsamos aire por la boca. De esta forma, el riesgo de contraer la enfermedad cuando salimos a comprar es poco probable. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), tras analizar los envases de varios alimentos en varios supermercados para una posterior prueba, ha confirmado que es prácticamente imposible el contagio: cero positivos en 66 análisis.

No obstante, hay que seguir una serie de medidas y mantener la prudencia cuando marchamos a comprar lo que necesitamos. Las medidas aplicadas en los comercios hacen que sea complicado volver a nuestra casa con el virus en el organismo. Más limpieza, distancia de seguridad, mamparas... todo para reducir al máximo los riesgos.

El contagio no se produce por ingestión

Uno de los grandes temores, en los primeros meses de la crisis sanitaria, era la posibilidad de contagiarse a través de la ingestión de un alimento que estuviera infectado. Sin embargo, la Autoridad Europea en seguridad Alimentaria (EFSA) descartó que sean transmisores del coronavirus.

Por otra parte, el coronavirus no se puede mantener en alimentos, porque necesita un huésped animal o humano para crecer. Sin embargo, no está de más seguir unas pautas de limpieza e higiene en el hogar al regresar de la compra. Así, es recomendable no utilizar la misma tabla y cuchillos al manipular alimentos crudos y cocinados, lavarse las manos tras tocar alimentos crudos, cocinar bien los alimentos y lavar las frutas y verduras que vayan a ser consumidas crudas.