La OMS señala cuál es su preocupación además de las cepas y las vacunas de la Covid-19
Los expertos aún no han podido demostrar por qué meses después de superar la enfermedad algunos pacientes siguen mostrando síntomas propios del coronavirus.
Un año después de que la COVID-19 paralizara el mundo, la atención se centra en las diferentes variantes del virus que han surgido y en las vacunas que nos ayuden a combatirlas para recuperar nuestra vida normal. Sin embargo, hay otra cuestión que preocupa a la Organización Mundial de la Salud (OMS): el misterio de la COVID persistente. “No sabemos aún qué es realmente la COVID persistente”, ha manifestado durante una entrevista en AFPJanet Diaz, responsable del equipo clínico a cargo de la respuesta al coronavirus, quien pide un esfuerzo a la comunidad científica porque considera que es un problema que también merece la atención urgente de la comunidad científica.
La OMS habla del síndrome poscovid-19 o “COVID-19 de larga duración” para referirse a esta situación, aunque “COVID long” es la expresión más utilizada. Sin embargo, todavía no existe un nombre oficial, razón por la que la OMS realizará el próximos 9 de febrero el primer seminario virtual consagrado al covid largo (o persistente) que reúne a médicos clínicos, investigadores y expertos. El objetivo será encontrar una definición de la enfermedad, darle un nombre formal y armonizar los métodos para estudiarlo.
“Es una patología que necesita ser descrita mejor, de la cual necesitamos saber cuántas personas están afectadas, de la que hay que entender mejor la causa para que podamos mejorar la prevención, la gestión y las formas de curarlas”, subraya esta médica de urgencias estadounidense de 48 años. “Todavía hay mucho para aprender, pero confío en la movilización de la comunidad científica”, añade.
Comportamiento extraño
Los estudios disponibles muestran que cerca del 10% de los enfermos presenta síntomas un mes después de haberse contagiado y por el momento no se tiene idea de por cuánto tiempo pueden persistir. Por su parte, un estudio publicado recientemente en la revista The Lancet reveló que, de los 1.733 pacientes con coronavirus tratados en la ciudad china de Wuhan, un 76% experimentaba todavía al menos uno de los síntomas seis meses después de contagiarse.
Lo más desconcertante es que el perfil de los pacientes que lo sufren no coincide con el de las personas más vulnerables: los ancianos y aquellos que sufren de factores agravantes. Afecta a personas que enfermaron en distintos grados “e incluye además a jóvenes”. En cuanto a los síntomas, el más frecuente parece ser el cansancio extremo, pero hay otros como agotamiento tras un esfuerzo físico o enfermedad, falta de aire, dificultades para pensar con claridad, palpitaciones cardíacas y problemas neurológicos.
“Lo que no se entiende es cómo todas estas cosas están vinculadas. ¿Por qué alguien tiene una cosa y otro, otra?”, se pregunta la doctora, subrayando que los investigadores deberán comprender los mecanismos íntimos de la enfermedad que provocan estos síntomas. “¿Se debe esto al virus? ¿A la respuesta inmunitaria? Si supiéramos más podríamos comenzar a identificar algunas intervenciones para reducir los síntomas”, concluye.
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