Mascarillas FFP2 o KN95, claves para no contagiarse de COVID-19 en el transporte público
La química Déborah García expone la necesidad de llevar mascarillas que nos protejan y eviten que contagiemos porque apenas hay control en aviones o trenes.
El verano y los viajes siempre han estado estrechamente relacionados. Esta época vacacional invita a desplazarse a los destinos preferidos por cada uno para descansar. Y muchas veces, por lejanía o comodidad, elegimos el transporte público para realizar estas escapadas. Pero este año la pandemia de la COVID-19 ha alterado nuestros planes.
Si bien es verdad que seguimos teniendo la opción de viajar en tren, avión o autobús, tenemos que llevar más cuidado que nunca para evitar contagiarnos o infectar a alguien. La química y divulgadora científica Deborah García ha estado en el programa Más Vale Tarde, de La Sexta, para recomendar algunas medidas que nos permitan viajar de manera segura.
Mascarillas homologadas
Con la llegada de la nueva normalidad se retiró la reducción de aforo en el transporte público, lo que provoca que trenes, autobuses o aviones puedan ir llenos y sus pasajeros no mantengan la distancia de seguridad. Además, apenas hay control para que los viajeros lleven bien puestas las mascarillas. Como consecuencia, estos lugares pueden convertirse en lugares con un alto riesgo de contagio.
Por eso, la experta recomienda que si montamos en tren procuremos utilizar mascarillas KN95 o FFP2 porque "no sabes si la gente que te rodea va a llevar una buena mascarilla, si la va a llevar bien puesta o va a hacer uso de ella todo el trayecto, porque hay personas que comen y beben mientras". Así, utilizando este tipo de mascarillas, nos protegemos a nosotros mismos y a los demás.
En los aviones pasa lo mismo. No hay control de aforo ni de mascarillas, por lo que no sabemos sin vamos a estar en contacto con el virus. Es cierto que este tipo de transporte cuenta con un sistema de ventilación particular: los filtros HEPA, que se utilizan en quirófanos o unidades de quemaos. Están hechos con fibra de vidrio, por lo que son muy eficaces a la hora de filtrar virus y bacterias. Estos filtros están sobre las cabezas de los pasajeros y el aire circula de arriba hacia abajo, no en horizontal. Así, cambian el aire cada cinco o diez minutos.
Sin embargo, es importante no relajarse porque no sabemos si la persona que se sienta a nuestro lado está contagiada: “En ese caso, si te habla o te tose estás absolutamente expuesto y no hay ningún filtro que te proteja", especifica Deborah García. De ahí que la química afirme que las autoridades o las aerolíneas deben facilitar a todos los pasajeros mascarillas homologadas y explicar cómo se usa. Hasta entonces, si elegimos este medio de transporte, debemos llevar también mascarillas que nos protejan, como en el tren.
Control de temperatura
Una de las medidas implantadas en los aeropuertos para detectar a personas contagiadas son los controles de temperatura. Pero estas pruebas tienen muchas limitaciones. En primer lugar, García explica que la mitad de los infectados no tienen fiebre, por lo que muchos podrían subir al avión sin saber que tienen COVID-19. Además, se puede tener fiebre por otra razón.
Otro de los motivos por los que esta prueba no es del todo fiable es porque se puede falsear, bien tomándote un antitérmico o bien lavándote la cara para refrescarla en caso de que la prueba sea con los termómetros de pistola.
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