España vive en la nueva normalidad, pero la pandemia del coronavirus sigue plenamente vigente. La aparición de múltiples rebrotes no está dejando ninguna duda al respecto y por ello las autoridades insisten a los ciudadanos en la necesidad de no bajar la guardia en ningún momento ante la enfermedad.

Además del necesario cumplimiento de las medidas de higiene y prevención, la vigilancia epidemiológica y la rápida detección de nuevos casos de contagios son factores claves para controlar el impacto de la COVID-19. Para el éxito de estas tareas es decisiva la labor de los rastreadores. Estos profesionales se encargan de seguir la pista de los contactos que los nuevos infectados pudieran haber tenido con otras personas para poder aislarlas y cortar así la cadena de transmisión del virus.

Se trata, por tanto, de una función clave para evitar la expansión de la enfermedad y el surgimiento de nuevos rebrotes. La realizan especialistas en medicina preventiva bajo la supervisión directa de epidemiólogos.

Lista de contactos

Para detectar todos los posibles afectados por el coronavirus que puedan haberse producido en un determinado territorio, los rastreadores elaboran un listado de contactos de riesgo de las personas que han dado positivo en las pruebas PCR. Posteriormente se ponen en contacto con todos ellos para comunicarles la situación y la obligatoriedad de que permanezcan en cuarentena durante 14 días.

El objetivo de esta medida es impedir nuevos contagios. El trabajo de los rastreadores incluye un seguimiento telefónico de estas personas para comprobar su evolución y que el confinamiento es debidamente cumplido.

Como ha reconocido en su comparecencia de este jueves Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, los rastreadores en ocasiones pueden verse desbordados por la aparición de nuevos rebrotes. “En general funciona bien, pero si hay una sobrecarga obviamente estos equipos se ven sobrecargados y tienen que dotarse de más recursos”, afirmó.