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CORONAVIRUS

No, el coronavirus no se ha expandido por culpa del 5G

Últimamente circula una nueva teoría de la conspiración que atribuye a la implantación de esta tecnología la rápida propagación del virus. En este caso tampoco hay evidencia que la sustente.

No, el coronavirus no se ha expandido por culpa del 5G
MIKHAIL POCHUYEVTASS VIA GETTY IMAGES

La pandemia de coronavirus sigue siendo abono para las teorías de la conspiración. De la que decía que había sido creado en un laboratorio con oscuros fines geopolíticos y/o empresariales se ha pasado a la que atribuye a la expansión de las redes 5G la causa de la rápida propagación del patógeno. No hay ninguna evidencia para sostener ninguno de esos relatos y sí que hay muchas para rebatirlos.

En el primer caso, ya existen estudios que aportan pruebas robustas de que el diseño del virus solo puede ser resultado de la selección natural. Y en el segundo, no hay más que investigar las propiedades de esta nueva tecnología, llamada así porque es la quinta generación de redes de telefonía móvil, pensada para multiplicar por 10 la velocidad de conexión de nuestros dispositivos portátiles. Quienes defienden la teoría han llegado a protagonizar ataques a ingenieros de telecomunicaciones o a quemar torres de distribución en el Reino Unido y se basan en dos argumentos: uno, que el 5G debilita el sistema inmunitario emitiendo radiación dañina y por tanto facilita la entrada del coronavirus en el organismo; y dos, que los virus utilizan las ondas de radio para comunicarse.

El primer pilar se desmorona echando un vistazo al espectro electromagnético. En su extremo de baja frecuencia encontramos las citadas ondas de radio. ¿Qué significa esto? Que no producen radiación ionizante y por lo tanto no pueden dañar el ADN humano, justo lo que sí hacen otras frecuencias como los rayos x o la luz ultravioleta, responsabilizadas de causar enfermedades como el cáncer. De hecho, la radiación emitida por las ondas de radio está a un nivel similar a la que producen los televisores y... la luz natural. Cierto es que esta nueva generación está un poco por encima de sus predecesoras en este tipo de emisiones. Como también es cierto que, según Ofcom (el regulador de las telecomunicaciones en Reino Unido) el máximo que puede llegar a generar está 66 veces por debajo del límite de seguridad. El Departamento de Salud de Inglaterra añade que "no debería tener consecuencias para la salud pública" y la OMS ha incluido el 5G en el epígrafe 2B de carcinógenos. Es decir, entre los que no está probado que puedan producir cáncer. Según esa clasificación, sería tan potencialmente cancerígeno como el café.  

El segundo argumento es simplemente pura fantasía en tanto que no hay ningún estudio que apunte en esa dirección. Sí los hay, en cambio, que admiten que esa comunicación a través de ondas de radio podría darse entre bacterias (en ningún caso entre distintos virus). Por ejemplo el elaborado por un grupo al mando de Allan Widom en la Northeastern University en Boston, cuyas conclusiones han sido discutidas por el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts. 

Globalización

Para rematar, el coronavirus ya está presente en todo el planeta, incluidas África y Sudamérica, donde la presencia del 5G aún es escasa o, en la mayoría de los casos, inexistente. Tampoco hay penetración de esta tecnología en Irán, que este domingo presentaba más de 55.000 contagiados y más de 3.000 muertos y seguía como el segundo país asiático más afectado. En cambio, si echamos un vistazo a la cronología del coronavirus en España encontramos lo siguiente: un turista alemán en La Gomera como primer contagiado, un británico que venía de visitar los Alpes en un grupo que incluía a viajeros procedentes de Singapur como el segundo y un residente en Sevilla que se infectó tras juntarse con otra persona que, a su vez, había estado en contacto con una pareja procedente de Shanghái, como el tercero. El 5G no es un factor de propagación. La globalización sí.