Coronavirus

El interminable regreso de los españoles del Costa Deliziosa

Carlos Payá, uno de los pasajeros de nuestro país a bordo del crucero, relata a AS las seis semanas que llevan viviendo desde la distancia la pandemia del coronavirus.

La interminable vuelta a casa del barco Costa Deliziosa
Carlos Payá

Cuando el crucero del Costa Deliziosa zarpó el pasado 5 de enero desde Venecia para dar la vuelta al mundo, ninguno de los pasajeros imaginaba que en plena travesía se iba a desatar una pandemia de coronavirus en todo el mundo. Durante 113 días, iban a visitar 5 continentes, 3 océanos y 39 países, entre los que se encontraban Barbados, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Vietnam, Taiwán o Jordania.

Hoy, tras estallar la pandemia, el barco, con 195 españoles a bordo, navega en aguas del Índico, concretamente en Mascate, capital de Omán, donde la tripulación ha parado para repostar y hacer acopio de alimentos. No saben dónde pueden desembarcar por la situación que se vive en estos momentos, ni siquiera en Venecia, donde el 26 de abril tenía previsto acabar el crucero. El comandante del barco busca una solución para todos los pasajeros, que sufren desde la distancia la situación que se vive en España y en el resto del mundo.

Carlos Payá es uno de los españoles a bordo del Costa Deliziosa. De 58 años, periodista, trabajó en AS como redactor de ciclismo desde 1983 a 1993. Hoy, una de sus mayores satisfacciones es embarcarse en cruceros de ensueño, como este. En 2008, Payá y su mujer comenzaron a viajar en cruceros, pero su meta siempre había sido dar la vuelta al mundo cuando los dos estuvieran jubilados. Lo tuvieron que adelantar a dos años antes de que su mujer pudiese retirarse, pues la enfermedad de Parkinson que padece Carlos le ha restado movilidad. Pese a las dificultades, todo iba sobre ruedas, hasta que surcaban las aguas de Oceanía.

Recorrido alternativo

“El tema empezó antes de llegar a Nueva Zelanda. En un principio, el crucero pasaba por Vietnam, Singapur y la India, pero tuvo que cambiar por el COVID-19. Nos pusieron un recorrido alternativo por el sur de Australia y Tasmania”, cuenta Payá a AS. Pero el día antes de llegar a Perth, en el suroeste de Australia, el Gobierno cerró las fronteras. Desde entonces, el Costa Deliziosa navega por el Océano Índico, ahora rumbo al Canal de Suez.

“Únicamente hemos parado en Islas Mauricio y Reunión para repostar carburante y alimentos. Ahora nos han llevado a Mascate para volver a recargar. Y luego vamos en dirección al Canal de Suez, a donde llegaremos el día 10, cruzaremos el Canal, el Mar Rojo y estaremos en el Mediterráneo”, relata. “El capitán ni en sueños imaginaba esta situación”, asegura Payá, que destaca el buen hacer del comandante Nicolo Alba. “Como decíamos en AS: grandísimo profesional y mejor persona”, nos dice rememorando sus días en nuestra redacción.

La naviera Costa Cruceros, propiedad del Costa Deliziosa, negocia con el Gobierno español poder desembarcar en un puerto de nuestro país, algo que va por “buen camino” y que desean todos los pasajeros españoles. La opción de terminar el crucero en Venecia, como estaba previsto, está descartada. La situación que se vive en toda la zona del Véneto y la región de Lombardía lo desaconseja. “En principio está descartada, pero las cosas cambian de un día para otro”, comenta Payá.

No todos quieren volver cuanto antes

La interminable vuelta a casa del barco Costa DeliziosaPasajeros del barco Costa Deliziosa juegan en una de las actividad. Foto cedida por Carlos Payá

Que los pasajeros españoles deseen, lógicamente, volver a un puerto español no significa que todos lo quieran hacer cuanto antes. En el caso de Payá, que recalca que habla únicamente en su nombre y no en representación de nadie, sí que desea llegar “cuanto antes” junto a su mujer, pero hay personas en el barco, de mayor edad, que prefieren alargar su estancia al máximo por el riesgo de contraer el coronavirus una vez que pisen suelo español. “Es respetable”, afirma Payá.

En el Costa Deliziosa ningún pasajero de los casi 1.800 que van a bordo ha contraído el coronavirus. “Estamos limpios. No hay ningún caso de COVID-19”, dice Payá: “Siempre lo hemos llevado detrás (refiriéndose a China) y ahora lo llevamos delante de nosotros (en Europa)”. Todas las personas que integran el barco, tanto pasajeros como tripulación y trabajadores, han pasado controles médicos y ninguno ha dado positivo. Cuando el barco salía de Perth, se estableció una cuarentena preventiva de 14 días para todos, por si alguno había contraído el virus. Pasadas las dos semanas, se comprobó que nadie estaba contagiado.

Por eso, la rutina y las actividades han vuelto al barco. Al pasar la cuarentena se han reabierto los espacios comunes, se celebran 'quiz' y concursos, se puede hacer gimnasia o incluso se realizó un vídeo hace diez días homenajeando al personal sanitario.

Sin embargo, no todos los pasajeros han vuelto a la rutina. Hay gente a bordo que ha perdido familiares durante estas semanas, por lo que la situación no es la habitual. “Es verdad que hay poca gente que baja ahora a los espectáculos”, confirma Payá. Lo que sí quieren dejar claro los casi 200 españoles a bordo es la complicada situación que están viviendo, rechazando la ostentación que algunas informaciones han querido hacer ver que se está produciendo estos días en el Costa Deliziosa.

Contacto con la familia

El contacto con la familia es lo más duro para todos en estos días tan difíciles. Si antes lo normal era compartir vídeos, fotografías idílicas y contar las experiencias vividas en todos los países visitados, ahora lo importante es conocer el estado de salud de sus familiares y cómo llevan el confinamiento. “Con la familia hablamos a diario, bien por vía Whatsapp, bien por videollamada, según las cosas como estén. Lo llevamos unos mejor que otros”, asegura.

Carlos Payá, que rememora desde Omán sus paellas “en la Albufera con los exciclistas Ridaura, Sanchis, Cordoba, Peio o Cubino”, sabe que la situación será muy difícil cuando por fin lleguen a su domicilio: “Cuando atraquemos en España es para estar encerrados. Hay que hacer acopio de fuerzas y saber a lo que nos enfrentamos. Va a ser brutal”.

A pesar de la distancia, de los casi tres meses fuera de su hogar, en el barco son conscientes de la situación excepcional que se está viviendo en prácticamente todo el mundo. Payá lamenta las vidas que se ha llevado por delante el coronavirus. “Hemos disfrutado del barco, de los destinos, pero ahora queremos volver cuanto antes mejor”. En ello trabaja Costa Cruceros, en poder finalizar lo antes posible esa vuelta al mundo trastocada por el coronavirus. Una pandemia que ha arrasado con todo y que en cualquier parte del mundo se vive y se sufre. Aunque sea en pleno Océano Índico.