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Koa Smith: "Las setas alucinógenas han sido muy importantes en mi vida"

El joven surfista hawaiano se sincera -hongos psilocibios, alcohol y marihuana incluidos- en Resurface sobre su grave accidente en Nias (Indonesia).

El surfista Koa Smith, con una camiseta azul de Hurley, abriendo las manos, los ojos y la boca para relatar sus aventuras con las setas tras el accidente en Nias (Indonesia).
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La carrera de Koa Smith empezó como la de la mayoría de surfistas que han llegado lejos: ganando los campeonatos nacionales de jovencito. Luego vino la fase "quiero olas más largas, tubos más grandes, ser campeón del mundo de surf...". Consiguió uno de esos objetivos descubriendo una ola en Skeleton Bay, en el desierto de Namibia. Como él mismo explica "un tubo de 3 a 5 segundos es un tubo largo, el que surfeé allí fue de 27". Su carrera se disparó: ganó el tubo del año, fichó por varias marcas, viajaba a todas partes...

En todo este contexto, también salía mucho de fiesta. No dormía mucho, se levantaba y a surfear otra vez. Tras su tercer viaje a Skeleton Bay, un espectacular swell puso rumbo a Nias (Indonesia) y decidió viajar allí. Sin casi dormir y derrotado, en su tercera ola el tubo le cerró y le envió contra el fondo. Asegura que escuchaba un violín cuando, de repente, se dio cuenta de que estaba bajo el agua. Pudo salir. Con arañazos y magulladuras por todas partes. También en la nuca.

Los días siguientes no recordaba ni su nombrem ni dónde estaba, todo le dolía, "la cara de la gente cambiaba delante mío", explica Smith. Volvió a Hawái. No podía salir de la cama. Estaba en total depresión. "Por lo menos un par de veces al día me decía que mi vida podía acabar allí mismo, pero también me decía 'no hagas esa estupidez'". Así estuvo 5 meses.

Luego llegó "aquello de las setas alucinógenas", se sincera en el vídeo que acaba de publicar sobre su historia. En el mismo clip se ve como no tiene claro si contarlo o no porque "siendo surfista profesional y con marcas detrás, tenía miedo de que me abandonaran", pero al final lo hace "para que otra gente se sienta más cómoda cuando tenga que hablar de ello". Asegura que se introdujo en esa "tearapia" en un entorno controlado, lejos de la gente, en una piscina natural, con su hermano y con hongos psilocibios. Y que le ayudó a encontrarse con si mismo, que volvió a llenar su corazón. 

"Me cambió. Al volver a la civilización mi Face ID no funcionaba en el teléfono [...] Ahora creo que he encontrado el norte, duermo noches enteras, no tomo alcohol ni café, no fumo marihuana, me centro en la respiración, entreno... estoy surfeando mejor que nunca", relata. Y advierte: "Las setas han sido una herramienta muy importante en mi vida, pero no animo a los niños a tomarlas. Se tienen que tratar con el debido respeto y protocolos para obtener un beneficio; e incorporar las lecciones aprendidas para adquirir nuevos hábitos y rutinas". Con todo, concluye: "No sé si todavía quiero ser campeón del mundo, pero sí el mejor surfista posible".