El año dorado de Pidcock
El británico, de tan solo 22 años, suma en los últimos doce meses el oro olímpico de MTB, el Mundial de ciclocross y una victoria de etapa en el Tour en Alpe d’Huez.
Con su habitual pendiente en la oreja izquierda, y siendo uno de los primeros corredores del Ineos que suele bajar del autobús para acudir al control de firmas, el británico Tom Pidcock vivió un día que nunca olvidará. Ganar en el Tour de Francia y, además, hacerlo en el Alpe d’Huez. Se trata de un corredor versátil, algo cada vez más habitual en la actualidad (Van der Poel, Van Aert...), pero además con resultados casi inmejorables. En julio de 2021, el británico se proclamó campeón olímpico de MTB en Tokio. En el presente año, en enero, se impuso con una gran superioridad en el Mundial de ciclocross (entró en meta haciendo el ‘Superman’). Ahora, en el Tour de Francia, triunfa en su estreno y además es octavo en la general, con sus compañeros Geraint Thomas (tercero) y Adam Yates (quinto) por delante.
La de Alpe d’Huez fue su segunda victoria como profesional tras superar en la Flecha Brabanzona del pasado año a Van Aert en un mano a mano entre ambas. En ese mismo año, y ante el mismo rival, le tocó pocos días después la cruz al perder en uno de los finales más ajustados que se recuerdan. “Es un corredor increíblemente talentoso, pero lo que lo distingue es su versatilidad. Está en el corazón de una nueva y emocionante generación de jóvenes ciclistas que han crecido compitiendo en múltiples disciplinas y que aman las carreras por completo”, decía Dave Brailsford, director del Ineos, tras renovarle cinco temporadas, hasta 2027. El tiempo le está dando la razón, pero nada es casual en el rendimiento del joven Tom.
El ataque de la victoria lo hizo ya en la ascensión al Alpe d’Huez, no sin antes depositar, en plena subida, un residuo en una bolsa de basura que había junto a la carretera. Tras triunfar, se le caían las lágrimas. “Creo que con esto merece la pena mi Tour de Francia. La idea era coger la fuga. Perdí algo de tiempo el día anterior para tener esa libertad. Sabía que iba a ganar distancia en el descenso del Galibier. Este es uno de mis días más especiales en el ciclismo”, recalca, tras darse un fuerte abrazo con su compañero Geraint Thomas, que se dirigió hacia su compañero nada más cruzar la meta.
Es de Leeds (Yorkshire), una región con una gran pasión por el ciclismo, y así se lo inculcaron también a Pidcock desde pequeño. Para ir al colegio, hacer una ruta con sus padres... y hacer algunos de sus caballitos que también muestra de vez en cuando en carrera, sobre todo en metas en las que llega con mucho tiempo perdido, como ocurrió en alguna ocasión en la pasada Vuelta. En 2017, todavía siendo júnior, despunto de gran manera, conquistando la París-Roubaix, una prueba que también ganaría en 2023 como Sub-23, y campeón del mundo contra el crono. Empezó en el equipo británico Team Wiggins, fundado en 2015 bajo la iniciativa del que fuera ganador del Tour en 2012, Bradley Wiggins, ahora comentarista en moto de carrera. El Ineos le tenía en su radar, y su exhibición en el Giro Baby (Sub-23) en 2020, le terminó por catapultar al World Tour en 2021. “¡Todo salió perfecto!”, celebraba en una de las cimas más míticas de los Alpes. Un corredor de presente y de futuro.