Milan conquista lo que Pogacar no pudo rematar

Cielo gris completamente cubierto en Abu Dabi, aderezado con unas gotas de lluvia. Así recibió el UAE Tour a sus corredores, clima muy alejado del sofocante calor del desierto que en pocas semanas será la tónica de estos lares. En ese ambiente se estrenó en 2025 el emperador de las arenas, Tadej Pogacar, que acaparó la mayor parte de los focos desde el control de firmas. Por no hablar de los pronósticos de la etapa, que le incluían en los aspirantes al triunfo entre una nómina de velocistas digna del Tour de Francia.

¿La razón? El repecho que conducía a línea de meta, con rampas de hasta el 8%, le hacía favorito como el que más, siempre y cuando tuviese ganas de marcha o las circunstancias de carrera lo permitiesen. “Nuestra opción será Molano, pero si hay cortes delante del pelotón y pierden contacto algunos esprínters, tenemos la posibilidad de rematar con Tadej”, reconocía a AS el mánager general del equipo UAE, Matxín, antes de la etapa. Finalmente, el esloveno lo intentó, casi obligado por las circunstancias, ya que el citado Molano sufrió una fuerte caída en los últimos kilómetros que le eliminó de la pugna, aunque consiguió llegar a meta a pesar del dolor.

En el repecho final, que conducía al oasis del Liwa Palace, Pogacar atacó con todo, pero se precipitó ligeramente y se le hizo largo. Jonathan Milan, un potro desbocado que este año probará suerte en el Tour, calculó bien para llevarse el triunfo por delante de Finn Fisher-Black, que heredó el 2º puesto de un Jasper Philipsen que fue relegado al último puesto del grupo por una maniobra irregular en el esprint.

En un curioso emplazamiento, como es una granja de paneles solares, se dio el pistoletazo de salida a la séptima edición de la carrera emiratí, que una vez superada la zona neutralizada vio como tres aventureros establecían la escapada del día sin ninguna oposición por parte del pelotón. Dos de los tres equipos invitados quedaron representados con Carlos Samudio (Vini Fantini), y Federico Biagini y Manuele Tarozzi (muy protagonista en el pasado Giro con cuatro fugas) del Bardiani. Los equipos interesados en luchar por la victoria bajaron rápidamente su ventaja de 3 minutos, por lo que poco o nada podían hacer ante la voracidad de la serpiente multicolor.

Todo ello, eso sí, con una calma absoluta durante las dos primeras horas de carrera, cuya velocidad media de 37,5 km/h se situaba entre las más lentas de la historia de la carrera. A 36 km de meta, el decorado cambió… En una zona de repechos, quien aceleró en cabeza de pelotón fue… ¡Pogacar! Un cambio de ritmo que no fue a ninguna parte, sí, pero que tuvo consecuencias: Olav Kooij, uno de los velocistas llamados a pelear por el triunfo, quedó descolgado y llegó a meta el último, con más de 14 minutos perdidos. Con Tarozzi neutralizado a 11 km del final, los favoritos tomaban posiciones, hasta que un giro de guion minimizó las opciones del UAE: Molano perdía el equilibrio mientras seguía la rueda de Pogi y se iba al suelo violentamente. El esloveno tuvo que dar la cara en el repecho final, pero no tuvo su mejor día. Milan, primer líder de esta edición, sí.

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