TITAN DESERT MARRUECOS | INTRAHISTORIA
Lágrimas en la arena
Un redactor de AS completa la mítica carrera por el desierto con el Aural Team. Día de emociones, como la de Silvia González, que superó un cáncer recientemente.
Titán. Como otros 426 compañeros. En Marruecos. En la carrera mítica que todo biker aspira a completar una vez en la vida. A siete kilómetros de meta, mientras tiraba del grupo del Aural Team concentrado en romper el viento, me entraron por primera vez ganas de llorar. Toda la tensión acumulada en seis días comenzaba a salir del cuerpo. Desde la tercera etapa corría con una fisura en el cuadro de la bicicleta que me hizo sopesar el abandono. El consejo de un mecánico (“Piensa en todo lo que te ha costado llegar hasta aquí, céntrate en pedalear y si casca, casca”) me ayudó a no tirar la toalla. Y en la llegada a Maadid, después de 70 km que no fueron ningún regalo (dunas, ramblas, una subida fuerte y un par de descensos para ir con cuidado para preservar la máquina) tocó abrazarse. Y llorar de verdad.
Como lo hizo Silvia González, que hace sólo cinco meses fue sometida a un autotrasplante de médula y consiguió el título de ‘Titan’. “He cerrado un ciclo”, contaba mientras daba las gracias a los que hemos pedaleado con ella estos días. Como Abel Antón, doble campeón del mundo de maratón que también ha sido compañero en la grupeta desértica, que con 61 años y sin experiencia en el ciclismo se animó a echar una mano y que pese a besar el suelo más de una vez tampoco se rindió. Cada cual tiene su reto. El de Luis León Sánchez y Tessa Kortekaas era ganar la carrera y lo hicieron. El de la mayoría, conseguir completar una carrera única, en la que todo se complica por la dificultad de dormir cada noche en una jaima, apañarte en improvisados servicios e ir cambiando de campamentos. Así que cada cual es a su modo un ganador.
Silvia se acordaba de la quimio. De la flojera que han sentido sus piernas hasta hace poco. “Lo que has conseguido es brutal”, le susurras mientras te abrazas a ella. Y te acuerdas también de tu familia, que ha sabido comprender que necesitabas hacer esto. De las renuncias para entrenar. De la tortura del rodillo. De los Stones, Oasis, Fito, Loquillo o Quique González, que la hacían más llevadera. De las agujetas del gimnasio con las tablas de Fran Martínez, que te ha ayudado en la preparación. De las salidas por la Alcarria en invierno, bajo cero. De los malabarismos para no descuidar tu trabajo mientras preparabas esta bendita locura... Las lágrimas en la arena estaban justificadas.
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