Kuss: “Seguiré siendo yo, y eso es lo más importante”
El estadounidense del Jumbo llegaba como gregario y, a sus 29 años, conquistó La Vuelta. Atendió a AS en la mañana previa a subir a lo más alto del podio.
Con una sonrisa, algo habitual en él, Sepp Kuss baja al hall del hotel en el que está hospedado su equipo, el Jumbo. El estadounidense (29 años, cumplidos durante La Vuelta), está alojado junto a su equipo en un hotel a las afueras de Torrejón de Ardoz. Tiene todo listo para comer entre las 13:30 y las 14:00, antes de la etapa que le iba a coronar como campeón de La Vuelta, su mayor gesta. Primero observa su bici, diseñada de manera especial, con rojo al completo y detalles personalizados. “Muy bonita, eh”, dice mientras la apoya en la puerta. Antes de partir al Hipódromo habla con AS sobre su conquista.
Tras cruzar la meta de Guadarrama, agarrado a sus compañeros Jonas Vingegaard y Primoz Roglic, que le acompañaron en el podio final en un triplete histórico, se coronó como campeón de La Vuelta. ¿Cómo fue su primera noche tras conseguirlo?
Estaba en shock, me sorprendió. Llevaba muchos días concentrado en ir etapa por etapa, pensando en el día a día, y es ahora cuando por fin me estoy creyendo todo.
¿Cambiará su vida tras esto?
Pues a ver… primero tendré que pagar unas cervezas (entre risas). No sé, la verdad. Seguiré siendo yo, y eso es lo más importante. Seguramente cambiará mi carrera y mi palmarés, pero lo más valioso es que para mí mismo descubrí cosas de mis capacidades, física y mentalmente, que me ayudarán mucho en el futuro. Tampoco quiero cambiar radicalmente en mi manera de hacer las cosas, tan solo quiero disfrutar de la bici, de los entrenamientos y no pensar tanto en los detalles como hacen los líderes de las grandes vueltas continuamente.
En la segunda jornada de descanso, dijo en AS: “Sueño con ganar La Vuelta”. ¿Tan fuerte lo soñó?
¡Sí! Realmente, todavía estoy viviendo un sueño. Es muy especial, porque mis compañeros fueron mis rivales y también acabaron conmigo en el cajón del podio. Era una situación complicada, pero también única y muy especial que quizás nunca volvemos a ver en el ciclismo en los próximos años. Es cierto que, si fuera espectador, sí que la tercera semana de carrera fue un poco ‘diferente’, porque éramos nosotros los protagonistas únicamente, pero también tienen que ponerse en nuestro lado, y conocer la parte humana. Incluidas nuestras diferencias. Para lo bueno y para lo malo esto es deporte.
Habla de las diferencias. ¿Cuáles fueron? A su lado tenía al ganador del Giro esta temporada (Roglic) y del Tour (Vingegaard).
Me sentía, como se dice en inglés, ‘underdog’ (apostar por aquellas opciones que tienen menos posibilidades de suceder). Para mí fue una situación un poco rara porque estaba entre dos campeones liderando una gran vuelta y me costaba un poco creer en mí mismo y pensar que podía ganar esta carrera, pero después de cada etapa tenía más confianza. Tras cada momento duro, tenía un pensamiento mayor de que podía triunfar.
En la salida de Barcelona, Roglic, al ser preguntado si el líder de Jumbo era él o Vingegaard, dijo que también había una tercera opción, Kuss. ¿Lo dijo en tono humorístico y luego se cumplió?
Sí, era un poco de broma, pero también ellos sabían que podía hacer diferencias en momentos importantes y ayudar en las etapas, pero tampoco era consciente de hasta dónde podía llegar. Antes mi rol era jugar en función de lo que hacían ellos, como hice en la sexta etapa camino de Javalambre (en la que se aupó a un liderato del que nunca se bajó).
¿Qué es lo primero que quiere hacer al llegar a casa tras La Vuelta?
Pues comer un buen chuletón, beber una cerveza, estar con familia, amigos, mi mujer, porque estaba aquí pero no la he visto mucho y era diferente, ya que cada etapa tenía que atender a la prensa y las prisas normales de la vida. Cuando acabas una etapa ya estás pensando en la próxima y es un poco raro. Quiero desconectar un poco.
Estuvo en el Giro, también en el Tour, siendo en ambas carreras clave para sus líderes, a la postre triunfadores, y llega a La Vuelta, su tercera grande, y la gana. Mentalmente, ¿cómo se prepara eso?
No me cuesta mucho porque montar en bici es algo que me encanta. Mi secreto es hacer cada bloque de entrenamiento con muchas ganas y mentalmente acabo muy fresco. Físicamente es duro, pero si te diviertes es más fácil.
De todas las etapas de esta Vuelta, ¿con cuál se queda?
Con la del Tourmalet. Para mí fue una experiencia de trabajo en equipo de verdad. Hicimos buenos ataques entre nosotros para hacer daño a los rivales. La contrarreloj también fue muy importante. No tenía nada que perder, pensaba que me dejaría dos o tres minutos porque sería lo normal… y no fue así. Y sin hacer casi entrenamientos con la cabra (bici de crono). Eso me dio mucha confianza.
La jornada del Angliru fue decisiva, porque tras aquella el equipo tuvo una reunión para decidir el rumbo final. Y aquel día, apareció Landa a su lado…
En la primera mitad del Angliru pensaba que iba a ganar porque me encontraba muy bien. Dije: ‘hoy es mi día’. En la última parte, vi como Primoz y Jonas iban muy fuerte y que tenía que luchar por el tercer puesto. Entre las nubes llegó Landa… y me salvó mucho tiempo.
Parece un español más. En cada salida, gritos de Kuss, el idioma, su cercanía con la gente… ¿Notó el apoyo del público?
Sí, mucho. Gracias a mi mujer, que es catalana, pero la gente en España es apasionante. Tras cada etapa, notaba que había más gente gritándome cada día. También me da algo de vergüenza, porque siento que no merezco tanto cariño, soy un ciclista como los demás, pero me dio muchas fuerzas… parecía que corría en casa.
¿Es cierto que en Cataluña le llaman Pep Kuss?
Sí (y carcajadas). En Berga (pueblo de Barcelona) querían que fuera el protagonista en las fiestas del pueblo. La verdad que Pep Kuss suena bien.
¿Y la portada de AS con ‘Jumbo al cielo’ qué le parece?
Es una foto muy especial de mi vida como persona y deportista. Es una pasada. Eso sí, tengo los labios secos del esfuerzo, pero es muy chula. La pondré en un cuadro para siempre. Muchas gracias.