Javier Guillén: “La Vuelta es una carrera que arriesga”
El director de La Vuelta hace balance en AS de lo sucedido en la 78ª edición, tanto en lo deportivo como extradeportivo, que concluyó el domingo en Madrid.
La Vuelta 2023 ya es historia. Una vez terminada, su director, Javier Guillén (Madrid, 1972), recapitula en AS sobre todo lo sucedido, tanto a nivel deportivo como extradeportivo. Una carrera que empezó bajo la lluvia y con nocturnidad en Barcelona y terminó con un vibrante desenlace por las calles de Madrid, marcada entre medias por el dominio de un equipo: el Jumbo, que ocupó los tres puestos del podio con Sepp Kuss en lo más alto.
¿Qué balance hace de la carrera?
Creo que nadie puede decir que se haya aburrido porque la competición contó con una extraordinaria participación que ha respondido. Todas las grandes figuras son las que animaron la carrera, copan el podio de La Vuelta y también los otros puestos principales de la general. Mi balance es absolutamente satisfactorio. Una Vuelta es una aventura. Hay cosas buenas y cosas malas, pero cuando pones todo en una balanza, para mí gana lo positivo.
Había expectativas por la participación, el recorrido… ¿Cree que se cumplieron?
Si analizamos las etapas en las que podíamos establecer puntos clave, creo que casi todas funcionaron muy bien. En Andorra ya ganó Evenepoel, en Javalambre lo hizo Kuss, la jornada del Tourmalet creo que colmó todas las expectativas en cuanto a lo que esperábamos de afición y la etapa fue extraordinaria. Larrau fue el resurgir de Evenepoel después de su desfallecimiento, y Angliru la etapa con más audiencia de share de los últimos cinco años. La contrarreloj también funcionó bien y, a Guadarrama, cierto es que La Vuelta llegó bastante definida, pero de esa jornada me quedo con el perfil de clásica. Creo que tenemos que seguir insistiendo.
Fuera de lo deportivo, especialmente en la parte inicial de La Vuelta: contrarreloj de Barcelona, tramos neutralizados, intentos de boicot, entre otras cosas. ¿Cómo se intentó solventar todo aquello?
Se solventó por un lado explicándolo, y por el otro tomando decisiones. En Barcelona se nos metió la lluvia, se hizo de noche repentinamente en algo que no era esperado y no podíamos más que explicarlo. En cuanto a las neutralizaciones, hay que diferenciar dos situaciones. En la de la llegada a Barcelona, el segundo día, ahí sí que se llegó a un pacto con corredores y equipos a instancias de ellos, pero que la organización consideró necesario. Y, en Caravaca, la decisión la toma únicamente la organización. Siempre lo decimos: esperamos contentar a todos, pero alguien tiene que tomar una decisión. La convivencia en esta Vuelta entre organización, equipos y corredores fue fantástica, a pesar de que parte del público no lo entendió de esa manera. Nosotros lo respetamos, pero también a mí me toca defender lo nuestro.
El Jumbo llegaba como favorito y dominó la carrera. ¿Esa superioridad bloqueó la competición?
Está claro que dominaron de principio a fin, lo que pasa es que, pudiendo hablar de un bloque desde el arranque de la carrera, tuvimos un equipo en el que los corredores parecían que competían entre sí. Lo vimos en el Angliru.
Tras esa etapa llegaron a un ‘pacto’ de mantener las posiciones.
Si me preguntas como director de La Vuelta, me hubiera gustado que no hubiera órdenes y que la batalla siguiese, pero hay que entenderlo. Lo digo con todo el cariño, pero ojalá hubieran seguido peleando porque, a lo mejor, el ganador hubiera sido Kuss. Estamos encantados con él.
¿Y los españoles?
Está claro que necesitamos referentes nacionales y los vamos teniendo. Es positivo que después de estos tres superclases (Kuss, Vingegaard y Roglic) tengamos a Ayuso, Landa y Mas. Con Kuss, y su afinidad con los españoles gracias al idioma, casi lo hemos adoptado como propio. Muchos aficionados mostraron su predilección por él.
¿Qué aprendizaje sacan de esta edición?
La experiencia nos ayudará a afrontar determinadas situaciones. Nos preocupó el tema de la luz de Barcelona, también tuvimos la incidencia de los aviones (en el traslado de Murcia a Valladolid) por el que siete equipos tuvieron que aterrizar en Madrid y luego ir en bus. Son circunstancias que tenemos que ir manejando. Todo lo tratamos con serenidad, que es como mejor se pueden afrontar las cosas. Aprendemos cada año. Tengo que decir, y no para no justificarme, pero sí para que la gente entienda por qué pasan las cosas, que La Vuelta es una carrera que arriesga y, cuando adquieres riesgos, a veces no salen las cosas como quieres. Evidentemente son riesgos controlados, pero creo que no nos debemos distraer de esta situación que nos hace diferente del resto de las carreras.
¿Y cuál es esa diferencia?
A lo mejor el horario del primer día es una de ellas. También los descubrimientos que hacemos, el llegar a meta donde las logísticas no son muy adecuadas, determinadas configuraciones en salidas y llegadas…
Evenepoel llegaba como campeón, pero estuvo lejos de defender título. Pese a ello, ¿fue uno de los grandes animadores de la carrera?
Está llamado a ser leyenda del ciclismo. Lo que ha hecho es lo que todos queremos, que son gestas. Cuando pierdes 27 minutos en el Tourmalet y al día siguiente ganas con ocho de ventaja, es algo de ser muy grande. La recuperación mental que tuvo es increíble. Creo que en esta Vuelta todos hemos sido de Remco en las etapas que ganó, y en las que casi gana. Le agradezco mucho su entrega.
¿Qué nos esperará en La Vuelta 2024? (Arrancará en Lisboa con una crono individual y las tres etapas iniciales serán por Portugal)
Trabajaremos con recorridos diferentes, variados, con nuevas propuestas y donde ojalá los corredores, con su entrega, nos lleven a tener una edición que se decida al final. Se seguirá la línea de descubrir llegadas inéditas. Haremos cosas iguales… pero diferentes. Ahí lo dejo. A veces lo clásico sabemos que también funciona muy bien.