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GIRO DE ITALIA | ETAPA 15

La etapa reina de Livigno, con números de otra época, puede decidir el Giro

La etapa reina del Giro es todo un homenaje al ciclismo añejo: 222 km y 5.400 metros de desnivel acumulado. Meta en Livigno, a 2.385 m de altitud, previo paso por el Mortirolo.

Desenzano del Garda
Los ciclistas suben el Passo del Mortirolo durante la decimosexta etapa del Giro de Italia 2017 entre Rovetta y Bormio.
LUK BENIESAFP

No estará dirigida por Juan Antonio Bayona. Tampoco podrá verse en la gran pantalla. Pero lo que está por venir en el 15ª capítulo del Giro de Italia bien podría titularse como Un monstruo viene a verme. Ese no será otro que el de un recorrido temible, casi de otro tiempo, al que los corredores deberán hacer frente para superar lo que este año es la etapa reina de la Corsa Rosa. Desde las inmediaciones del Lago de Garda, hasta la más alta cumbre, en el corazón de los Alpes. La ración de épica que la ronda italiana trata de brindar en cada edición, esta vez será de 222 km y 5.400 metros de desnivel positivo. Sí, han leído bien.

Sin duda, uno de los focos de interés estará en una de las ascensiones más míticas e icónicas, ya no solo del Giro, sino también del ciclismo: el Mortirolo. Ahora se cumplen 35 ediciones de su primera aparición en la Corsa Rosa, allá por 1990, un tiempo en el que ha dejado imágenes para el recuerdo de todos los colores. Desde el venezolano Leonardo Sierra, primer corredor que coronó su cima en cabeza, al duelo de Pantani e Indurain en 1994, hasta la inolvidable remontada de Alberto Contador en 2015, cuando alcanzó a Fabio Aru y Mikel Landa tras haber perdido 1 minuto a pie de puerto por un pinchazo. Curiosamente, el de Pinto no logró llegar a la cima en cabeza, honor que como españoles sólo corresponde a dos ciclistas: Luis León Sánchez (2017) y Toni Colom (2008).

Pogacar bromea en el podio del Desenzano del Garda.
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Pogacar bromea en el podio del Desenzano del Garda. LUCA ZENNAROEFE

Si algo tenemos claro de lo que deparará en su 16ª aparición en la carrera, es que el Mortirolo es sinónimo de épica. Aunque se supere por la vertiente de Edolo, la más suave de un coloso que sigue asustando: 12,6 al 7,6% de media y rampas máximas del 16%. Es un puerto al que varios de los hombres de la general que pelean por el podio del Giro no se han enfrentado hasta la fecha, incluida la maglia rosa, Tadej Pogacar. “Nuestra moral es alta. Nos mantenemos motivados como equipo. Somos muy fuertes y estamos aquí con un solo objetivo que todo el mundo conoce desde diciembre: ganar el Giro. En ciclismo, si puedes sacar tiempo, lo haces. Más vale prevenir que lamentar. Tener una mayor diferencia antes de la montaña me hace sentir más cómodo y con más confianza”, explicó el esloveno al término de la contrarreloj, toda una declaración de intenciones de lo que hoy puede estar por venir.

Y no es para menos que muestre ese nivel de confianza. Más allá de las sensaciones, los números también están de su parte. Después de la contrarreloj de ayer, Pogacar salió con la mayor ventaja sobre el segundo de la general (3:41 sobre Geraint Thomas) al completarse 14 etapas desde Gianni Bugno en 1990. A estas alturas, en aquella edición, el italiano aventajaba a su compatriota Marco Giovannetti en 4:16. Superado el Mortirolo, y siempre en terreno ascendente, llegará la traca final con la sucesión de Foscagno (14,6 km al 6,5%) y Livigno (4,7 al 7,6% y rampas máximas del 19%), cuya meta se ubica a 2.385 metros de altitud. Más de seis horas para descubrir al ganador de etapa, y quién sabe si de algo más… Pónganse cómodos.

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