Chris Froome cuajó, en la clásica Mercantour (Alpes Marítimos) su mejor actuación en tres años con la undécima plaza que registró en la meta del Col de Valberg. Más allá de la posición, que para un cuatro veces ganador del Tour de Francia no dice mucho, fueron las sensaciones del británico, que llegó con la quincena de favoritos que se jugaron el triunfo a la ascensión final. Fue a falta de 12 km cuando empezó a perder contacto, pero es que fue un día redondo para su equipo, el Israel, que además está muy necesitado de alegrías: Fuglsang se llevó la victoria (la primera en 21 meses) y su compañero Woods terminó en segunda posición. Fue un duelo entre Israel y Groupama que terminó del lado del equipo de Froome, que llegó a meta con una sonrisa.

"Personalmente, he visto una gran mejoría en los últimos dos meses. Acabo de regresar de un campamento de entrenamiento y mis piernas están bien. Ahora estoy tratando de volver a mi antiguo nivel", dijo el británico al micrófono de Eurosport tras la cita. Llegó a 3:58 de su compañero, el triunfador Fuglsang, y se quedó a nueva segundos del top ten. Es su mejor resultado tras la grave caída que sufrió el 12 de junio de 2019 en el reconocimiento de la contrarreloj del Dauphiné. Lo normal en todo este tiempo era verle en la parte trasera de las clasificaciones, e incluso quedando descolgado de los pelotones en llegadas al esprint, como ocurría hace un escaso mes en el Tour de Romandía.

A sus 37 años, Froome afronta su segunda temporada en el Israel, y todavía no tiene contrato para la siguiente campaña. "Lo próximo será Dauphiné", dijo sobre sus planes a corto plazo. La carrera, en la que tuvo el grave accidente, arranca este domingo. Después, en su calendario, está el Tour de Francia y La Vuelta a España, dos carreras en la que es uno de los corredores más laureados de siempre. A priori, parece lejana su presencia en la lucha por este tipo de carreras, pero al menos tratará de dejarse ver y, poco a poco, recuperar sensaciones.