La lluvia, la otra gran invitada de la París-Roubaix
Los pronósticos meteorológicos apuntan a que lloverá durante gran parte del recorrido del 'Infierno del Norte', que este martes ha sido reconocido por la organización.
Faltan cuatro días para que las grandes figuras del pelotón masculino y femenino se enfrenten a una de las carreras más duras del calendario: la París-Roubaix, que fue aplazada de su fecha inicial en abril a este mes de octubre a causa de la alta tasa de casos por coronavirus en la región de Nord-Pas de Calais en aquella época. De esta forma el 'Infierno del Norte' regresa de nuevo al calendario ciclista tras su cancelación en 2020.
Sin embargo el cambio de fecha no ha terminado con la principal amenaza de cada año en París-Roubaix: la lluvia, un factor condicionante de cara a la celebración de la prueba y que le puede dar aún más dureza y riesgo si cabe a la carrera, sobre todo en los tramos de pavés, donde el posible barro pueda favorecer a corredores que ya suelen competir en estas condiciones en el ciclocrós como es el caso de Wout Van Aert o Mathieu Van der Poel.
Según los pronósticos meteorológicos, el tiempo sí respetará a las corredoras que disputen la prueba femenina el sábado... pero no a los ciclistas que compitan en la prueba masculina el domingo, ya que se esperan lluvias débiles desde la tarde del sábado que continuarán en la mañana y por la tarde del domingo con una probabilidad del 90%.
El recorrido, preparado
A la espera de ver si finalmente llueve o no el sábado y el domingo, la organización de la París-Roubaix apura los días previos a la carrera para garantizar que el recorrido está preparado para el espectáculo.
Este martes la organización de la carrera compartió a través de sus redes sociales el reconocimiento de algunos de los tramos de pavés míticos de la prueba como el de Quievy - Saint-Phyton, el de Hameau du Buat, donde los alumnos del Lycée Horticole de Raismes y los Amigos de la París-Roubaix, han hecho labores de mantenimiento limpiando la hierba entre los adoquines; el siempre temido Bosque de Arenberg, donde hay un monolito de recuerdo a Jean Stablinski; el Pont Gibus y los tramos de cinco estrellas de dificultad de Mons-en-Pévèle y del Carrefour de l'Arbre, que ya esperan de nuevo a los corredores tras casi dos años y medio de ausencia.