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CICLISMO | PARÍS-NIZA

Roglic está maldito de amarillo

El esloveno sufrió accidentes y averías para quedar fuera de combate en la París-Niza. Max Schachmann repitió título. Ion Izagirre, tercero final.

Roglic está maldito de amarillo
Getty

En tiempos de pandemia, Primoz Roglic sufre si viste de amarillo. En 2020 perdió el Dauphiné cuando lucía la prenda después de una caída que le dejó muy tocado, y por precaución no quiso arriesgar su concurso en el Tour de Francia. En aquella Grande Boucle cedió el título a manos de Tadej Pogacar en la penúltima jornada, en la cronoescalada de La Planche des Belles Filles. Y en la París-Niza de 2021, otra carrera de ASO, de nuevo accidentes (dos, dijo que se dislocó el hombro en el primero) y averías (cambió de bici) le privaron de discutir la victoria final a Maximilian Schachmann, ganador de la general como en 2020.

El esloveno, autor de un hat-trick en ocho días de competición, felicitó a su rival con caballerosidad y asumió el infortunio con naturalidad: “Estos percances forman parte del deporte, el mundo no se detiene y yo regresaré para buscar más triunfos”. Mientras, Schachmann vivió sensaciones contradictorias: “Me corresponde el trofeo, pero no sé si alegrarme por cómo se produjo el desenlace. Habría preferido batirnos en la carretera al 100%, Roglic portaba el liderato con solvencia”.

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El alemán del Bora, de 27 años, resistió los ataques del Astana, que contaba con dos bazas para derrocarle, y se apoyó en su equipo para sofocar los intentos de rebelión. Aunque Ion Izagirre reconoció en la presentación de la escuadra kazaja para 2021 que su objetivo prioritario en el inicio de temporada es la Vuelta al País Vasco, siempre ha rendido bien en la París-Niza. Quinto en 2016, séptimo en 2017 y cuarto en 2018, en esta edición, a los 32, subió al cajón como tercer clasificado, por detrás de su compañero Aleksandr Vlasov: “Me siento muy orgulloso con mi puesto en el podio. Aunque en el Astana trabajamos mucho para provocar un vuelco, segundo y tercero significa un buen botín”.

Vlasov e Izagirre probaron sin éxito una guerra de guerrillas en la nerviosa y sinuosa etapa que cerraba la cita en Levens, lejos de la tradicional conclusión en el Paseo de los Ingleses de Niza, confinada por el virus. Schachmann controló la situación. Magnus Cort Nielsen, especialista en esprints reducidos, se anotó el parcial por delante de Christophe Laporte. Gloria para unos, miseria para Roglic, quien parecía intratable antes de la última jornada. El ciclismo y la vida.