VUELTA A BURGOS

El ciclismo antiCovid

La primera jornada de la Vuelta a Burgos, con estrictos protocolos sanitarios por la pandemia, inició la nueva normalidad en las carreras.

Burgos
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El ciclismo antiCovid
DANI SANCHEZ DIARIO AS

La primera jornada de la Vuelta a Burgos mostró este lunes cómo va a ser el ciclismo en la nueva normalidad por la pandemia de coronavirus. Los corredores demostraron que el parón no les ha arrebatado las ganas de dar espectáculo, sin embargo todo lo que ahora les envuelve es diferente. Protocolos, mascarillas, distancia social con los aficionados… con el objetivo de hacer de la caravana una burbuja que AS siguió desde dentro.

"Ya estamos aquí”, anunció Alejandro Valverde desde el escenario ubicado frente a la Catedral burgalesa minutos antes de que el pelotón tomara la salida. El murciano del Movistar se dirigía al público asistente, aficionados, en menor número que en cualquier carrera antes de la pandemia, que fueron controlados por miembros de seguridad, que se cercioraban de que todos llevaran mascarilla y se lavasen las manos en los dispensadores de gel hidroalcohólico colocados en todos los accesos.

Desde la organización se había rogado al público que siguiera la carrera por televisión, con el fin de evitar aglomeraciones. Los que sí acudieron a arropar a los ciclistas, aprovechando la agradable temperatura, lo hicieron con precaución y respeto. “He querido venir aquí a mostrarles mi apoyo, había mucho mono de ciclismo”, explicaba uno de los presentes.

Toma de temperatura a Enric Mas.

Dentro del pelotón, las precauciones también fueron extremas, y más después de que horas antes la carrera sufriera un preocupante contratiempo. La burbuja se tambaleó cuando el Israel anunciaba que no alineaba al ciclista Itamar Einhorn. La razón, el haber estado en contacto con otro corredor del equipo, Omer Goldstein, positivo en un test de coronavirus. Einhorn, en los controles previos, había dado negativo, pero el equipo aplicó el protocolo y le dejó fuera. A su baja se sumó a primera hora de ayer la del británico Dowsett por el mismo motivo, a pesar de que todos los controles realizados habían sido satisfactorios.

El resto del pelotón continuó con el estricto protocolo. Se tomó la temperatura a cada corredor antes de partir, y se le exigía portar la mascarilla hasta que la organización le diese el visto bueno para, una vez colocados bajo la pancarta de salida, pudieran desecharlas en una zona habilitada. Muchos aprovecharon esos momentos previos, en un día de reencuentros, para saludarse con el ya habitual choque de codos.

Tras el pistoletazo de salida, el grupo de 152 corredores partió para comenzar con el desarrollo normal de la jornada, en la que también se pudo comprobar que las caídas siguen siendo el principal peligro en este deporte. Pero nada más cruzar la linea de llegada, vuelta al protocolo, con los asistentes de los equipos incorporando la mascarilla a la clásica bebida y prenda de abrigo que entregan a los ciclistas en meta.

El día concluyó con balance positivo, a pesar de que sí hubo alguna petición de reforzar el vallado con el fin de minimizar el contacto con los aficionados, aunque como aseguró el ganador del día, el austriaco Felix Grossschartner, la impresión fue de que la situación siempre estuvo bajo control: “Estoy contento con los protocolos, todo este trabajo es por nuestra seguridad y mi impresión es que se están respetando las medidas”. Con el desarrollo de la prueba se podrá valorar si este examen al nuevo ciclismo en el que se ha convertido esta Vuelta a Burgos acaba con el ansiado aprobado.