Mads Pedersen gobierna bajo unas circunstancias extremas
El danés de 23 años fue el mejor en el aguacero y el frío. Batió a Trentin, plata, y Kung, bronce. Valverde se retiró "helado" en la defensa de su título.
Alejandro Valverde pronosticó un Mundial de supervivencia, para corredores experimentados y sólidos. A los 23 años, Mads Pedersen no dispone del bagaje del murciano, pero fue el más listo y el más fuerte bajo unas circunstancias extremas. Mientras Valverde abandonó “helado” la carrera en la que debía defender el oro de Innsbruck 2018, el danés del Trek brindó a su país el primer Mundial de fondo de su historia. Sólo 46 ciclistas finalizaron los 261 kilómetros de aguacero, viento y gélidas temperaturas.
Pedersen, una roca, cuya principal victoria hasta la fecha era el Nacional de Dinamarca de 2017, dejó por el camino a Mathieu van der Poel, el principal favorito, que explotó; a Gianni Moscon, que también cayó de maduro; y a Matteo Trentin y a Stefan Kung, a los que superó en una llegada a tres. El italiano, de 30 años, campeón continental y ganador de etapa en las tres grandes, el único que se ajustaba a la predicción de Valverde, lanzó el esprint a 200 metros, demasiado pronto. Plata amarga. A Kung, suizo de 25, el bronce sí le supo rico.
Con Pederesen, Kung y Moscon por delante procedentes de un corte formado a 45 kilómetros, Van der Poel atacó a 33 de la meta. Sólo Trentin logró soldarse a su rueda. La Bélgica de Van Avermaet, ya sin Gilbert ni Evenepoel, no pilló el movimiento decisivo. Tampoco Sagan, Matthews, Kristoff o Alaphilippe. Ni España, reducida a la seriedad de los hermanos Izagirre. Aunque Gorka intentó contactar junto a Betancur y Skujins, no le alcanzó la energía. En 2013, Van der Poel relegó a Pedersen a la plata junior en Florencia. Seis años después, el danés consiguió el arcoíris que tanto anhelaba el nieto de Poulidor.
El día amaneció como se esperaba: con lluvia y frío, y como consecuencia del agua acumulada en parte del trazado que cruzaba el Parque Nacional de Yorkshire Dales, con 24 kilómetros y dos cotas menos, Buttertubs y Grinton Moor. El desastre organizativo vivido a lo largo de la semana, con una terrible falta de previsión e imágenes impropias (o sin señal, directamente) de un evento de la magnitud del Mundial, lo arreglaron los corredores, que honraron la lucha por el arcobaleno con abnegación. Por ejemplo, apenas cubiertos 20 km atacaron los vencedores de 2019 del Giro, Carapaz, y de la Vuelta, Roglic, a los que se unió Nairo Quintana, que posee ambas rondas en su palmarés. En el Mundial siempre compiten los mejores, y la exigencia la imprimen los ciclistas y las condiciones en que practican su deporte. Seguramente, el más duro y agónico.
España perdió pronto la ventaja numérica de defender título y contar con nueve hombres: Cortina se retiró con problemas gástricos antes de entrar en el circuito de Harrogate. El naufragio de la Selección (extensible al resto de las categorías en Yorkshire) sumó las bajas de Valverde, Rojas, Castroviejo, Luis León y Soler. Únicamente acabaron los Izagirre (Gorka, 9º, e Ion, 16º) y Erviti (44º). La gloria se la llevó Pedersen, el mejor en un día de perros.