Egan Bernal reina en su tierra
En medio de la fiesta en Zipaquirá por el título en el Tour de Francia, el ciclista colombiano quiso que también hubiese un homenaje a Bjorg Lambrecht.
Dicen que eran 10.000 personas, pero podían haber sido millones. La Plaza de los Comuneros (sinónimo de rebeldía, de reivindicaciones, de revolución) determinó los límites de la peregrinación masiva hasta la tierra del campeón. Egan (en Colombia los ídolos no necesitan apellido) fue homenajeado en Zipaquirá en un acto de entrega mutua: una camiseta amarilla que pesa kilos de trabajo a cambio del cariño de la multitud. Un vínculo indeleble, de esos que se sellan con el corazón.
Desde las 5:00 a.m. los aficionados cumplieron la cita armados de banderas, carteles e ilusión. Una marea irreductible, como Bernal en el Col de l'Iseran. El 7 de agosto es día de fiesta patria nacional. El fin de la una campaña que inició Simón Bolívar en Venezuela. Recuerdo de la Batalla de Boyacá, el triunfo de los patriotas que consolidó la independencia de la Nueva Granada. Día de descanso desde que se conmemora, festivo para celebrar con el rey del Tour de Francia.
Hace más de 15 años aprendió a montar por las calles de su pueblo en una bici amarilla que pasó de generación en generación por los primos de la familia. Este miércoles los balcones de esas calles se llenaron de banderas para recibirlo. Egan llegó al evento pedaleando como en los viejos tiempos, como en las carreteras del mundo. Eran las 9:50 a.m. cuando la plaza estalló en gritos y aplausos para su ídolo. Un recorrido lento, colmado de abrazos hasta la tarima que lo esperaba con un "BIENVENIDO EGAN BERNAL, ¡GRACIAS!". Así, en mayúsculas.
"Este es un día que nunca voy a olvidar", dijo mientras saludaba. Frente a su gente, Bernal rindió homenaje a Bjorg Lambrecht con un minuto de silencio... "Seguiremos compitiendo por él", agregó con la voz cortada. El campeón del Tour decidió desmarcarse de cualquier intento político de sumarse a su triunfo con fines electorales. Es época de campaña para candidatos a alcaldías y gobernaciones del país. Eludió toda invitación ajena a la celebración con su pueblo con la misma sonrisa con la que confirmó en Val Thorens que el maillot amarillo 2019 era para Latinoamérica.
La felicidad conmueve, aprieta el corazón y se convierte en lágrimas. Siempre estará bien llorar de emoción. En Zipaquirá estuvo su familia de sangre, los que siempre creyeron, los amigos de la ruta, el amor de su vida, los escarabajos históricos, Julián (el niño de la imagen que le dio la vuelta al mundo) e incluso los que lo conocieron cuando la web, la radio y la TV lo inmortalizaron subiendo al podio en Campos Elíseos. Todos tuvieron cabida en una fiesta que el propio Egan quiso que fuera en casa. "Basic", como su sello en redes sociales.
Reconocido, admirado, querido. Célebre es poco para lo que representa Egan Bernal. Está inmortalizado en las paredes de Zipaquirá, en posters y en las camisetas amarillas que por estos días hacen parte del ropero de los colombianos. Cinco meses atrás, solo tenía en la mira la París Niza. "Algunas personas me conocen, pero famoso, famoso, no soy. Famoso un futbolista, famoso James…", afirmó. Hoy está en lo más alto, la vida lo puso en su lugar. Pedalazo a pedalazo es orgullo de esta patria.