Alejandro Valverde recuerda perfectamente el Mundial de Hamilton 2003, donde con 23 años se colgó la plata tras Igor Astarloa. “Quizá fue cuando más cerca tuve el oro”, rememora. Este domingo, quince años y cinco medallas más después (acumula dos platas y cuatro bronces), el murciano se enfrenta a su gran oportunidad para vestir el arcoíris. Quizá la última, a sus 38 años.

Desde que se anunció el recorrido de este Mundial de Innsbruck, todos le señalaron como gran candidato. El trazado, el más duro desde Colombia 1995, le viene de perlas, con sus 4.670 metros de desnivel repartidos en 258 km de continuo sube y baja.

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La primera selección la hará Gnadenwald, con rampas al 14%, que darán paso a un circuito de 23,8 km donde en cada giro se deberá subir Igls, un auténtico puerto de 7,9 km al 5,7%, con rampas al 10%. Aunque será en los últimos 10 km cuando aparezca la gran atracción (e inédita, ya que sólo se afronta en la prueba masculina élite). Se trata del muro de Gramartboden, 2,8 km al 11,5% de media con una rampa tremenda del 28%, inclinación nunca vista en los Mundiales. Una pared que, tras los más de 200 km recorridos, parece que deberá ser decisiva entre los pocos candidatos que queden con opciones.

Aunque, si algo tiene este Mundial, es eso, candidatos. Echando un vistazo a la lista de participantes, no es raro sacar 30 nombres con opciones en un campeonato donde todos se ven ganadores. Francia, desde luego, sueña con ello gracias a un equipo con Julian Alaphilippe (junto a Valverde, gran aspirante), Pinot, Bardet, Barguil… Pero al igual que ellos, también la Italia de Nibali y Moscon; la Gran Bretaña de los Yates; la Polonia de Kwiatkowski; el gran grupo colombiano de Supermán, Nairo y Urán; la Súper Holanda de Dumoulin y Kruijswijk; el peligroso Roglic al frente de Eslovenia…

“¿Vigilarles? Que nos vigilen ellos a nosotros”, apunta descarado un Enric Mas que debuta en la cita como segunda baza de la potente Selección de escaladores que ha formado Javier Mínguez, quien tiene clara la estrategia: “Si metemos gente en los cortes, no habrá que trabajar”. De eso deben encargarse los Izagirre, De la Cruz, Fraile, Nieve… Un bloque que tiene claro que “Valverde es el jefe”. “Y todos queremos que gane el oro”, asegura Mínguez. El murciano, veterano, sabe que pocas veces se cumplen los deseos: “Debo afrontar la prueba como si fuera una carrera más”. Aunque en el fondo sepa que no lo es. Se trata de la gran oportunidad que lleva toda su laureada carrera esperando.

Alejandro Valverde

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