Una llamada de teléfono llevó a Luis Otaño a la victoria

Luis Otaño (Rentería, 25-6-1934) recibió una llamada de teléfono el 2 de julio de 1966. Aquel sábado, el Tour de Francia reposaba en Luchon. Era su amigo Leopoldo Michelena, un industrial guipuzcoano de éxito, aficionado al ciclismo, que tiempo atrás había convencido a Otaño para que no se retirara y le había ayudado en la búsqueda de equipos. Había pasado tiempo desde entonces y la amistad había crecido. Otaño corría el noveno de los diez Tours que llegó a disputar y ya tenía 32 años.

“Mira, Luis, tú ya no tienes nada que hacer en la general del Tour. El martes te reservas en la contrarreloj y al día siguiente, en la primera etapa de los Alpes, te lanzas al ataque”, le dijo Michelena en aquella conversación. Y Luis siguió sus consejos.

La primera etapa alpina se disputaba entre Privas y Bourg d’Oisans, una localidad que acoge asiduamente salidas del Tour por su proximidad al Alpe d’Huez, pero que en 1966 albergó la meta por única vez. Joaquín Galera y Julio Jiménez, que andaban en la pelea por la Montaña, saltaron en el Grimone. Otaño se fue tras ellos con el plan de atacarles en el descenso. Así lo hizo. Con tanto brío, que en una revuelta tuvo que echar pie a tierra para no irse al barranco. Sus compatriotas volvieron a atraparle, pero otra vez aceleró y abrió hueco.

No fue el único imprevisto que sufrió durante su larga cabalgada. También tuvo un pinchazo. Y en el Ornon le cayó una tremenda tormenta que le obligó a ralentizar la marcha. Aun así, se plantó solo en la meta, con 2:34 sobre Galera y Jiménez. Tres españoles de tres equipos distintos: Fagor, Kas y Ford. Al día siguiente, Julio también se alzó con la victoria en Briançon.

Luis Otaño logró así su único triunfo en el Tour, para un palmarés que incluyó tres etapas en la Vuelta, donde fue segundo en 1964, y dos títulos de campeón de España (1962 y 1966).