Esteban Chaves se dejó el martes sus opciones en el Giro en Gualdo Tadino. Marchaba segundo y perdió 24:51 con el resto de los favoritos tras descolgarse en la primera subida de la etapa, Fonte della Creta. En varias fases de la persecución, respaldado por los equipos de los velocistas, la diferencia respecto al pelotón bajó de dos minutos… pero finalmente se disparó a los 25:25 cedidos con el vencedor, Matej Mohoric. Y pudo convertirse en una desventaja más amplia, incluso con riesgo de fuera de control, de no ser porque organizadores y jueces urgieron al gruppetto de Chaves.

Un coche de los comisarios y otro de la dirección se acercaron a los corredores rezagados cuando se encontraban a más de 30 minutos, como confirmó a Diario As uno de los agentes de movilidad que les escoltaron hasta la meta. Les hicieron gestos ostensibles e inconfundibles con golpes al reloj, así que debieron forzar el ritmo para evitar problemas con el corte de tiempo. Al apretar, la distancia disminuyó a 25:25. Un día después de su naufragio, Chaves no se escuda en nada, aunque tampoco halla explicaciones: “Simplemente me fallaron las fuerzas en las piernas. Nos falta dar con lo que ocurrió”. Ni lesiones ni alergias, como en un primer momento deslizó su director, Matt White.