Betalú: "Cuando dejé de ser DJ, cogí la bici y volví a pasarlo bien"

Josep Betalú (Amposta, 21-10-1977), ganador de la Titan Desert 2018, es un tipo seguro y directo. Llegó como gran favorito y no vaciló a la hora de dar la razón a todos los vaticinios. Con su tercera Titan consecutiva en el bolsillo, algo que sólo había conseguido Roberto Heras, que se impuso en cuatro ediciones, atiende a As para valorar su actuación, dejarse conocer mejor y hablar del pasado y del futuro.

Ha hecho que pareciese fácil. ¿Lo ha sido?

No, fácil no ha sido. Se ha dado todo muy bien, he sabido leer y manejar la carrera bien, y saqué una renta muy buena el primer día.

Por sus palabras en la previa, se consideraba favorito.

Sí, sí, evidentemente. No sólo por mi nivel físico, sino por las dos victorias anteriores. También es que preparé muy bien esta carrera. La diferencia que saqué el primer día me hizo más fuerte.

Se le ve alguien muy seguro y competitivo. ¿Estaba preparado para no ganar?

No sé si estaba preparado para perder…, y más después de la primera etapa.

¿Sabe disfrutar cuando no gana?

Sí, tengo este punto. Compites contra otros profesionales que también se preparan y no siempre puedes ganar. Perdemos mucho más de lo que ganamos, obviamente. [Tras un inciso en el que se acerca Antonio Lobato para darle la enhorabuena antes de dejar la sala de prensa, prosigue]. ¿Si hubiera perdido? No, no venía a perder, venía a ganar.

Por su sinceridad, ¿siente que a veces le miran mal o raro en el pelotón?

No. Mis rivales más directos saben cómo soy: sincero. Esto es una batalla psicológica, un papel: no voy a darle importancia a otros corredores para que me vean seguros y no se crezcan.

¿Qué hace cuando no está ganando carreras?

Entreno por las mañanas, aunque no soy un enfermo. El 20% o 40% de los entrenamientos que quiero hacer no los termino porque no puedo o pienso que no puedo porque me va a pesar después.

También tiene un taller mecánico.

Antes de ser ciclista, monté un taller y me dedicaba a ello. Vengo de una familia sin tradición deportiva: a mis padres como que les daba la risa cuando les decía que quería ser ciclista, querían que estudiara. Así que dejé la bici, estudié, monté el taller porque la mecánica es una pasión mía y a los 30 volví a coger la bici. No pensaba ni mucho menos ganarme la vida con el ciclismo, pero a los 36, algo atípico, empecé a hacerlo.

Entre los 22 y los 30 fue DJ, ¿no?

Por el taller conocí a gente joven y eso me llevó a la noche. Siempre me ha emocionado la música de calidad: desde electrónica a Julio Iglesias, por ejemplo. Me eriza la piel, como el ciclismo. Hacía mis pinitos de más pequeño, tenía un amigo que era DJ empecé en mi casa, luego monté un estudio...

¿No fue demasiado cambio, del ciclismo a la noche?

Depende de cómo se mire. Se puede hacer todo de la mejor forma. Lo pasé muy bien, disfruté el momento, conocí a mucha gente que sigue estando en mi vida. Sí que es verdad que la noche se hace dura. No me arrepiento de nada. A veces puedes equivocarte, pero no fue mi caso. Cuando dejé el mundo de la música, cogí otra vez la bicicleta y me lo volví a pasar bien en ella.

Extraña que ponga en duda su participación en la Titan de 2019. ¿Tiene que ver con una estrategia económica?

Sí. Cada año los contratos cambian: si ganas cosas, el caché sube. No voy a venir con las mismas condiciones el año que viene. Tengo que aprovechar el momento. No me puedo comprometer con un año de por medio, pero a poco que pueda volveré porque es una carrera que me encanta.

¿Le sabe mejor ganar la Titan o ganar la etapa de Evans?

La Titan. Cuando empecé a prepararla no sabía que venía él. Me daba un poco igual, evidentemente, en ese sentido. Me gustó mucho que viniera, lástima que sólo fuera el primer día. Ganarle fue como un doble premio. Me encantaría, si el año que viene vuelvo, que él viniese.

Ramona Gabriel: "¿Machismo? Te tienes que hacer respetar"

Empieza a ser ley en la Titan: año par, año Ramona Gabriel (Lleida, 20-9-1984). La campeona de 2018, que ya lo fue en 2016, se sienta con As para charlar sobre su triunfo y la situación del ciclismo femenino.

¿Qué balance hace de esta semana?

Ha sido dura. Venía segura de mis fuerzas. En las etapas de montaña, sobre todo en la del primer día, que es cuando pude sacar la diferencia, me encontré bien.

¿Se sentía favorita?

No. Creía que podía dar guerra con Anna Ramírez, Veerle Cleiren, Mayalen Veerle u Olga, las posibles rivales que vi antes de venir. En la Titan pueden pasar tantas cosas...

Ha ganado dos ediciones y no ha dejado claro si volverá el año que viene. ¿Por qué?

Es que todavía estoy asimilando que acabo de llegar. Tendremos que valorarlo. La intención es que sí. Como han dicho que los años pares son los míos, en 2019 o vengo para romper esta racha o no vengo. La Titan tiene algo que engancha: cuando ves que se va a presentar el recorrido dices "¿¿¿ya???"... y luego ya te entra el gusanillo, como si no te acordaras de todo lo que sufres.

Su primera Titan fue en 2014. ¿Ha notado muchas diferencias respecto a las mujeres en esta, que ha habido récord de participantes femeninas?

Claro. La principal es que desde la organización se cuida mucho a las chicas, se han mejorado mucho los servicios. Por ejemplo, las duchas ya no son compartidas. Por eso y por el auge del deporte femenino este año somos tantas.

¿Se ha sentido una referente para ellas?

Con las compañeras de jaimas y con otras chicas sí he notado cómo me piden consejo, sobre todo en la etapa maratón.

¿Cómo está el tema machismo a nivel de participantes?

Ahora hay muchas carreras, así que los hombres van cogiendo que hay muchas mujeres ya en el ciclismo. Este machismo de decir que esto es un deporte de hombres ya está desapareciendo. Siempre hay quien no sigue esto, sobre todo si le ganas, pero tú te tienes que hacer respetar cuando entras en un pelotón.