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CICLISMO

Van Avermaet: “La lucha de egos con Gilbert no ayudó a ninguno”

El vigente campeón olímpico cerró en 2017 su mejor año como profesional: siete victorias y un monumento, la París-Roubaix. Ahora, afronta de nuevo a las clásicas.

Van Avermaet: “La lucha de egos con Gilbert no ayudó a ninguno”
AFP

¿Qué valoración hace de la temporada 2017?

Estoy realmente satisfecho. Había conseguido victorias en el Tour, la Vuelta, el oro en Río… Pero tenía una espinita clavada con las clásicas. Este año, por fin, he conseguido explotar con varios triunfos de forma consecutiva.

Fue el auténtico dominador del pavés, ¿cuál cree que ha sido el motivo de su mejora?

Los entrenamientos a nivel físico no han cambiado. A mi edad (32 años), eso ya es difícil de mejorar. La diferencia ha estado en el aspecto psicológico. Antes llegaba con los mejores a los kilómetros finales, pero no acababa de rematar. Este año he ganado en confianza, me veía capaz de ganarles.

El traspaso de Philippe Gilbert al Etixx, y quedarse como único líder del BMC para las clásicas, ¿influyó?

Totalmente. La lucha de egos no beneficiaba a ninguno. A veces es complicado convivir en una formación con otro corredor que tiene los mismos objetivos que tú. Con su salida, me he sentido el auténtico referente, y se ha notado en los resultados. Ahora competimos como rivales: si gana él, le felicito. Y viceversa. Somos buenos amigos.

Además de Gilbert, tuvo que verse las caras en primavera con Peter Sagan. ¿Cuál es el secreto para batir al tricampeón mundial?

Sagan es de uno de los mejores del mundo, va bien en todos los terrenos y tiene una fuerza descomunal. Creo que el cambio esencial con respecto al 2016 fue creérmelo. Tenía mucha hambre y sabía que podía batirle.

Como premio a su gran año llegó el ranking UCI World Tour. ¿Imaginó ganarlo alguna vez?

Para nada. Sabía que con las victorias en Gante, Roubaix, Harelbeke… podía hacer una buena clasificación, pero jamás pensé que podría quedar por delante de estrellas como Froome o Dumoulin, que consiguen muchos puntos en las grandes vueltas. Probablemente solo lo consiga una vez en mi carrera.

¿Le gustaría llevar un maillot, como se hacía antaño con la Copa del Mundo?

¿Por qué no? Sería bonito llevarlo como lo hicieron compatriotas míos como Van Petegem o Vandenbroucke. La imagen con la que yo les recuerdo es con ese maillot arcoíris vertical. Haría que el ganador del World Tour fuese mucho más reconocible en el pelotón.

Hablando de compatriotas, se retiró Tom Boonen. ¿Se siente ahora el principal referente del ciclismo belga?

Boonen es una leyenda en nuestro país, y nadie va a cambiar eso. Él explotó con 25 años y completó una carrera extraordinaria. Sí es cierto que la presión, desde que abandonó, ha aumentado. Pero para mí no es un problema, todo lo contrario, es un orgullo que me consideren un icono en un país con tanto amor por el ciclismo como Bélgica.

A esta nueva temporada de clásicas que recién comienza, ¿qué le pide?

Seguir ganando (sonríe). No le voy a mentir, mi gran objetivo es ganar el Tour de Flandes. Llevo varios años intentándolo. Sería increíble ganar en casa mi segundo Monumento.

¿Y el Mundial?

Estaré en Innsbruck. Aunque el recorrido no se ajuste a mis características, no dejaré de intentarlo. Quizá, al no ser unos de los favoritos, me dé algo más de libertad. Tendré que aprovechar cualquier oportunidad que se presente en carrera. Aun así no enfocaré mi temporada en ese objetivo. Me centraré de nuevo en las clásicas y, si es posible, me gustaría vestir algún día el maillot amarillo en el Tour. Sería increíble.