PREMIOS AS 50 ANIVERSARIO

Indurain: "Aún guardo recortes y portadas de As de mis Tours"

Miguel Indurain es el único ciclista con cinco títulos seguidos en el Tour: de 1991 a 1995. Por eso, sus dos Giros y sus oros, As le premia en su 50 Aniversario.

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-Vencedor de cinco Tours, dos Giros, campeón del mundo y olímpico. A los 53 años, ¿cómo es su día a día?

-Mucho más tranquilo que cuando me dedicaba al ciclismo. Participo en eventos, charlas y en casi cualquier tema relacionado con la bicicleta. También he grabado anuncios. Pero la vida la hago en Pamplona, junto a mi familia, con más sosiego.

-¿Y cómo valora su etapa como profesional?

-Con cariño, aunque fue una época difícil. Tuve que entrenarme muchísimo, atender muchos compromisos y sacrificarme, pero convertí mi afición en mi profesión. Disfruté de emotivos y grandes instantes. Estuvo muy bonito. Y ahora trato de compensarlo y pasar más tiempo con los míos.

-¿Echa algo de menos de entonces?

-Nada. Quizá un poco el gusanillo de la competición, de pelear por ganar. Sin embargo, salgo todavía en bici. Al aire libre soy feliz. Me gusta disputar mis marchas cicloturistas y quedo de vez en cuando con la gente de aquellos años, nos vemos y rememoramos nuestras batallitas.

-Acerca de su potencial se hablaban maravillas... y en 1986 se impuso en el Tour del Porvenir. ¿Confiaba en llegar tan lejos, en alcanzar semejante currículum?

-Siempre tienes la ilusión de conseguir éxitos y de imitar a tus ídolos. En mi caso, me fijaba en Bernard Hinault. En su momento no eres tan consciente de lo que logras, te encuentras como en una burbuja y vas a lo tuyo. Desde que entré en el profesionalismo, en 1984, simplemente pretendía mejorar y conquistar carreras.

-¿Cuándo se dio cuenta de que iba a ser bueno en el ciclismo?

-En 1983, cuando vencí en el Campeonato de España amateur, en Elda. La gente no paraba de comentarme que debía pasar a profesionales y que podría labrarme un futuro como corredor.

-¿Su mejor y su peor recuerdo?

-Peor, ninguno en concreto. Sólo las caídas, las lesiones o las malas rachas que no te permitían rendir como deseabas. Y el mejor, mi primer Tour, el de 1991. Sin duda.

-¿Nota la Vuelta como una espinita?

-Un poco sí. Aunque empecé muy bien, como el líder más joven, en 1985. A partir de ahí se me atragantó. Las fechas, por aquella época en abril, no me favorecían. Terminé segundo en una ocasión, pero no conseguí el primer peldaño. Así funciona la competición: te enfrentas con rivales, y algunos te superan pese a que trabajas y lo buscas.

-¿Quién fue su mayor adversario?

-Bastantes: Bugno, Chiappucci, Zulle, Rominger, Ugrumov... Aunque los dos que más me incordiaron, por encima del resto y en Giro, Tour y Mundiales, los italianos: Chiappucci y Bugno.

-¿Y el escudero más fiel?

-No destacaré a nadie, no sea que se enfaden. ¡Que conservo las amistades! (Risas). Pertenecí al mismo equipo durante toda mi carrera, y guardo grandes recuerdos de auxiliares, técnicos y compañeros.

-¿Qué siente al echar la vista atrás y repasar su palmarés, o cuando se le define como el mejor ciclista y uno de los mejores deportistas de la historia de España?

-Que los aficionados te aprecien y se acuerden de tus hazañas, o que se te acerquen y te digan lo que disfrutaron con lo que hiciste, te llena de orgullo. Intenté gestionar mi trayectoria con la máxima responsabilidad. Sabía que me seguía muchísima gente y no quería defraudarles. En la carretera y fuera procuré y aún trato de hacerlo lo mejor que sé. Me considero un afortunado. Estoy contento por lo transmitido.

-¿Supone más presión para la vida cotidiana?

-Ahora, no. En la etapa de corredor aprendí a llevarlo bien, porque es más pasajero. El público te conoce, los medios se interesan por ti... eso forma parte del negocio. Cada uno lo asimila como puede. Mi manera de ser no ha cambiado. Acepté que se supiera prácticamente cualquier cosa de mí, y hasta hoy.

-¿Qué le parece el ciclismo actual?

-Está bien. Ha crecido: lo veo más internacional.

-¿En qué se diferencia con el suyo?

-Tampoco en mucho. Con el material se limitan las evoluciones. Las jornadas disponen de un menor kilometraje y el pelotón y el calendario se han expandido, se han hecho más globales. Se viaja de enero a noviembre a Australia, Sudamérica o Asia, y existen escuadras de todo el mundo. Antes, las estructuras y las competiciones se concretaban en Europa.

-¿Y el español? ¿Goza de buena salud?

-Creo que sí. Se han marchado algunos referentes como Freire, Purito y Contador de la última generación de un nivel muy alto, pero los Landa, Izagirre o Marc Soler aparecen para tomar el relevo. El problema radica en la falta de pruebas y equipos. La crisis nos golpeó fuerte y no ha surgido ninguna gran empresa o multinacional para reconducir la situación.

-¿Despuntará su hijo?

-Compagina los estudios (LADE) y la bicicleta. Que haga lo que le llene. Él decidirá y en la familia le apoyaremos. (Miguel integró el Caja Rural amateur hasta 2016. Jon y Ana son los otros dos chavales del matrimonio formado por Indurain y Marisa López de Goicoechea).

-¿Igualará o batirá Froome el récord de cinco Tours que usted comparte con Anquetil, Merckx e Hinault?

-Probablemente. Aunque depende más de él, de si le pesan la edad y los esfuerzos realizados en las últimas temporadas entre el Tour y la Vuelta. Rivales para ponérselo complicado habrá: Landa, Bardet, Pinot, Nairo...

-No pierde detalle.

-Sigo la actualidad en la medida de lo posible, fuera del circuito y a través de los medios. Me encanta informarme, aunque presencialmente acudo a las carreras próximas: a mi clásica, al País Vasco o cuando llegan cerca de casa el Tour y la Vuelta.

-Entonces, ¿cómo valora el galardón de As?

-Con agradecimiento y felicidad. Me premian por una década en la que el deporte español se convirtió en universal gracias a los Juegos de Barcelona, y se apostó más por las disciplinas de grupo. Han transcurrido muchos años y que la gente se acuerde de mí me enorgullece. Medios como As narraron mis logros en Francia e Italia. Aún guardo recortes y portadas. Cuando volvía y veía lo publicado sobre mí, me percataba de la importancia. Siento mucha gratitud.