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MTB | PILGRIM RACE

La Pilgrim Race desde dentro: bendición deportiva

Tras 8 días de pedaleo y 750 kilómetros recorridos, la competición llegó a la Plaza del Obradoiro, su objetivo final.

La Pilgrim Race desde dentro: bendición deportiva

La emoción te embarga cuando comienzas a atravesar las estrechas calles compostelanas. Pero el éxtasis se produce cuando por fin llegas a la Plaza del Obradoiro. El cielo se abre y la majestuosa catedral de Santiago te recibe con los brazos abiertos. Los kilómetros, sufrimientos y esfuerzos del camino han merecido la pena. Una sensación que han vivido millones de peregrinos a lo largo de la historia, la misma que han experimentado los participantes de la GAES Pilgrim Race.

La caravana ciclista llegó a meta tras 8 días de pedaleo y 750 kilómetros recorridos por Madrid, Castilla-León y Galicia. Y si a cualquier peregrino le entusiasma llegar a la mágica plaza compostelana, al participante de esta novedosa competición de mountain bike le produce una doble satisfacción, la de completar el camino y la de llegar a meta. Una bendición deportiva. Tras vivir esta primera edición, la conclusión es clara: si alguien tiene pensado hacer el camino de Santiago en bicicleta, la mejor opción es la Pilgrim Race. Cualquier biker en un estado de forma aceptable la puede completar, con los servicios de hospedaje, manutención y traslado de equipajes asegurados. Además, rodeado de compañeros con iguales aficiones, y compitiendo, aunque eso para la mayoría era lo de menos este año.

La etapa final ha sido un placer para los sentidos. Los 60 kilómetros que separaban Lalín de Santiago eran espectaculares. Un vergel de bosques de robles, eucaliptos y helechos, siguiendo la Ruta de la Plata, en la que de nuevo nos hemos encontrado más peregrinos que en el camino de Madrid y el camino de Invierno. Tras mucho sube y baja rodeados de verde ha llegado el gran momento de ver las torres de la catedral, el gran objetivo.

Tras ocho intensos días no puedo por menos que agradecer a la organización los cuidados y mimos que nos han brindado. También a mis compañeros, desde Ismael, con el que he compartido desde el kilómetro cero la aventura, hasta la triple A (Alejandro y los dos Álvaro), pasando por la grupeta maragato (Laura, Andrés, Miguel y Javier) y el resto de componentes del pelotón que, del más chico al más grande, han sido mi familia esta semana larga. Y, sobre todo, al equipo Somos Héroes, que nos han dado una lección de valor y pundonor que nunca podremos olvidar. Ellos son los verdaderos ganadores de esta primera edición de la Pilgrim.

Y ya que me he pegado ocho días pedaleando, he aprovechado para pedir por todos, empezando por mis dos hijos, Mónica y Nacho, con los que me gustaría algún día poder repetir la experiencia. No me he olvidado de todos a los que quiero y aprecio, familia y amigos, pero en este caso he querido hacer una petición especial: por Cristina Martín, la persona que inspiró mi primer camino de Santiago, que estoy seguro que va a ganar la batalla.