La general está al rojo vivo
Tras la crono de Burgos, Aru se queda a tres segundos de Dumoulin y Purito, a 1:15. La Quesera, este jueves y la sierra de Madrid este sábado serán decisivas.
Son otra raza. Qué digo otra raza. Los contrarrelojistas son mamíferos distintos. Individuos capaces de acoplarse a la bicicleta y de pedalear sin descomponer la figura. Cuerpos privilegiados que se acompañan de cabezas casi mecánicas. El contrarrelojista no distrae su mente con pensamientos negativos. No reflexiona sobre el sufrimiento o el fracaso, ni sobre la capa de ozono. Tampoco imagina la ducha relajante. El contrarrelojista no piensa más que en penetrar en el aire y en mantener el ritmo. Gente extraña, belgas, holandeses, relojeros suizos.
Purito falló, pero cómo no hacerlo ante esa especie de alienígenas. Tenía la voluntad, el corazón y el deseo; le faltó la fisonomía. Purito es un enorme campeón, aunque escasamente aerodinámico, quizá los bemoles de cierto tamaño corten mal el viento. Igual ocurre con la impulsividad y la impaciencia. Apuesto a que su cabeza era un hervidero de pensamientos: puedo, no puedo, nunca podré, más se perdió en Cuba, maldita cabra, menudo chuletón me comería, menuda pelota se me está haciendo...
Equivocaremos el análisis si consideramos a Purito como un ciclista que nunca alcanzó la última frontera, la de ganar una gran vuelta. No es verdad. Joaquín Rodríguez es un corredor que ha superado sus límites y que desde hace años viaja en la estratosfera, logrando éxitos que no le estaban asignados.
Purito se dejó 3:06 en la meta de Burgos y se aleja del nuevo maillot rojo en 1:15. Por tercera vez en su carrera pierde un maillot de líder en la última crono. Es probable que la rabia sea su principal estímulo en las etapas restantes y es la rabia, además del talento, lo que impide descartarle para el triunfo final. La distancia parece insalvable, pero intentará salvarla. Hay terreno, luego volveremos a ello.
Sobre el gran vencedor de la crono se plantean dudas. Dumoulin cumplió el pronóstico: ganó la etapa (los mentones son aerodinámicos), se vistió de líder y defenderá su condición en tres etapas con miga, pero sin final en alto. Obstáculos menores en comparación con todo lo que ha pasado hasta llegar aquí. Sin embargo, Fabio Aru tiene los mismos motivos para ser feliz, quizá alguno más. El italiano fue el único favorito que multiplicó su rendimiento y destrozó las previsiones. Su asombrosa contrarreloj (a 1:53) le sitúa a tres segundos del liderato, un suspiro romántico, como diría Manuel Poyán. Se trata de una diferencia que obliga a pelear en todo punto bonificado, a demarrar en cada montaña y a arrojarse por cualquier descenso. Delicioso panorama si no eres tú el marine.
En ese duelo podrían interferir otros ciclistas. Valverde y Nairo completaron una crono tan extraordinaria que les permite un acto suicida, siempre y cuando no pese más la clasificación por equipos (Movistar está a un minuto del Sky). El papel de Purito ya queda sugerido. Su cuerpo, poco apto para la crono, es el indicado para colarse por las rendijas. El terreno, falsamente apacible, es el último aliciente. Esta misma tarde, camino de Riaza, los ciclistas subirán La Quesera. Tendría gracia que un holandés perdiera allí el liderato y tendría más gracia aún que allí mismo se lo comieran los ratones.