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VUELTA A ESPAÑA | 4ª ETAPA

Valverde, campeón de bandera

Alejandro Valverde se impuso a Sagan en los últimos metros en una etapa que le favorecía. El colombiano Chaves continúa como líder de la carrera.

IMPLACABLE. Valverde toma ventaja en los últimos metros sobre Sagan, Roche y Gonçalves ante el entusiasmo del público de Vejer.
AFP

En los tiempos de sequía que se avecinan, él será la bebida refrescante que más echaremos de menos. El ciclista que podía ganar en cualquier lugar, el único dotado para pelear por todas las carreras, de primavera a otoño: clásicas, podios, sprints finales e intermedios. Ya saben de quien hablo. Valverde, vencedor en Vejer, octavo triunfo de la temporada, noveno en la Vuelta; pocos corredores son capaces de enlazar en una frase y en un palmarés tantas uves de victoria.

A sus 35 años, y después de subirse al cajón en el Tour, Valverde sentirá que alcanza la plenitud deportiva si gana el oro en el próximo Mundial de Richmond (Virginia, EEUU), el 27 de septiembre. Sería de justicia después de seis medallas y pondría el colofón (tampocodescarten los Juegos de Río) a una carrera extraordinaria que sólo dejará insatisfechos a sus partidarios más recalcitrantes. Quienes le comparamos en sus inicios con Bernard Hinault seguiremos pensando que pudo ser más y que todavía puede serlo. A Valverde le falta probarse en un Giro, asaltar una Roubaix y sumar una San Remo. Somos insaciables. Además de testarudos y algo cansinos.

Valverde se impuso en Vejer después de que su equipo aprovechara el extenuante trabajo de Tinkoff en favor de Peter Sagan. Los rusos pidieron ayuda para cazar a los seis fugados (hasta 13 minutos de ventaja), pero Movistar declinó la invitación y sólo se asomó a la cabeza para admirar Cádiz y alrededores. Tampoco Katusha se dio por aludido, aunque Purito y Dani Moreno afilaban sus puñales. Disimular también es un arte.

Los últimos cuatro kilómetros de la etapa fueron un curso de estrategia que el helicóptero de televisión nos permitió seguir a vista de pájaro. Desde el cielo se apreció todo. Ataques, contraataques, paciencias e impaciencias. Si no se vio mejor es porque los maillots identificativos han dejado de serlo.

Sin ir más lejos: el jersey de Valverde, que le acredita como campeón nacional, ha reducido el tamaño de la bandera de España en relación al Tour. Ese cambio (sin explicación lógica) dificulta su reconocimiento, además de romper una tradición ciclista que se salta desde hace años la escudería de Unzue y últimamente el Astana con Nibali.


Resumen - Etapa 4 (Estepona / Vejer de la... por la_vuelta

Lo mismo ocurre con el maillot rojo del primer clasificado. Invadido por la pegatina blanca del patrocinador, se confunde con los jerséis encarnados del Cofidis o del Lotto Soudal. Igual que el Tour intenta proteger su amarillo (cada vez menos, por cierto), la organización de la Vuelta a España no debería autorizar más rojo que el del líder.

Liturgia. Pamplinas, dirán los defensores del marketing. Pero no lo son. Los colores de los maillots forman parte de la liturgia del ciclismo y no es por capricho. Henri Desgrange lo entendió bien cuando en 1919 vistió de amarillo al líder del Tour. Desde entonces, los colores identifican a los protagonistas de las carreras (y a los campeones nacionales) y facilitan el reconocimiento de los espectadores, desde la cuneta o desde el aire.

Espero que disculpen este desahogo cromático, pero temo lo que pueda ocurrir cuando Valverde conquiste el arcoíris, el próximo septiembre.