Undécima Etapa
La guerra sin Nairo Quintana
Aru tercero en el Giro, sorprendió con su ataque final a los favoritos. Valverde, segundo, y Purito, tercero, arañaron bonificaciones. Froome cedió un segundo. Quintana se retiró.
No hay mayor obstinación que la del destino. No habían transcurrido 24 horas desde su caída en la crono, cuando Nairo volvió a rodar por el suelo. Esta vez fue definitivo: fractura en la escápula derecha y abandono. Sucedió en el kilómetro 20, en un tramo sin dificultades, sin más culpable que la fatalidad, por mucho que algunos busquen responsables para aliviar la desgracia. Nairo se salió de la carretera para evitar a un ciclista caído (Morabito) y el campo no le amortiguó el golpe.
No se recuerda una temporada tan marcada por las caídas (Purito, Froome, Contador, Quintana…), ni una influencia mayor de los accidentes en las grandes vueltas. No es culpa de las motos, ni del tráfico motorizado que acompaña al pelotón. Simplemente es ciclismo, doscientos equilibristas en movimiento, sin airbag y sin miedo. La épica también se alimenta del riesgo.
Es fácil imaginar la conmoción de los favoritos al silbar una bala tan cerca. Probablemente ese impacto pueda para explicar la confusión final, cuando, como tantas veces, Froome fue el personaje más indescifrable. Para empezar, su compañero Cataldo marcó el ritmo de la ascensión a Aralar con tanta energía que descolgó a su jefe de filas. Al gregario le llevó tiempo entender el destrozo. También tardó en reaccionar el futurista equipo Sky. De nada les sirvió el Jaguar de Michael Knight, ni el satélite interestelar. A la hora de la verdad fallaron los reflejos o el pinganillo, el plan sensato: no aceleres si no tienes fuerzas.
Corregido el error, Froome se pasó gran parte de la subida haciendo la goma, dando cierta pena. Lo asombroso es que, pese a descolgarse cien veces, nunca se descolgó del todo, jamás perdió al grupo de vista. Sufría como un galeote, pero de repente remontaba gallardamente. En los dos últimos kilómetros hasta se permitió el lujo de comandar la carrera, como si nada hubiera pasado, como si su cuerpo tuviera varios dueños. En meta, por fin, sólo perdió un segundo con los mejores. Si Froome recupera el nivel en las etapas que faltan, sus rivales lamentarán no haberle rematado ayer.
Entre los primeros hubo movimiento, ya desde el inicio. Contador atacó en el primer sprint bonificado, pero Valverde, más rápido, cruzó por delante bajo la pancarta. Ya en el último puerto, el líder lo intentó a menos de dos kilómetros de la cima. Valverde volvió a responder con suficiencia, seguido de Purito. Al tiroteo se sumaron otros y entre el humo se escapó el italiano Fabio Aru (24 años), tercero en el pasado Giro y heredero natural de Nibali. El chico tomó ventaja y demostró (dato relevante) que también es una estrella fuera de Italia. Valverde y Purito llegaron tras el escalador sardo.
En el balance de las bonificaciones, Contador perdió siete segundos con Valverde y dos con Purito. En el resumen de la etapa, Urán cedió siete segundos y Samuel nueve, lo que le confirma como amenaza silenciosa. La general (salvo Nairo) no se altera demasiado. Froome lo celebra a estas horas.