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Vuelta 2014 | Quinta etapa

No hay descanso en la Vuelta

El alemán Degenkolb venció por segunda jornada consecutiva. Bouhanni se quejó de que le cerró en la meta de la quinta etapa, en Ronda. Matthews sigue líder.

EL VIENTO, PROTAGONISTA. El Tinkoff aprovechó el viento lateral para romper el pelotón. Por detrás, entre otros, Hesjedal y Talansky.
EL VIENTO, PROTAGONISTA. El Tinkoff aprovechó el viento lateral para romper el pelotón. Por detrás, entre otros, Hesjedal y Talansky. EFE
PERFORM

En la Vuelta pasan cosas. Siempre. Menos azafatas rubias, en esta carrera hay de todo. No encontrarán calor semejante en Giro o Tour. Ni pueblos blancos, ni ciclistas del Caja Rural, ni tanto favorito. La Vuelta es distinta: al primer cabeceo ataca alguien, probablemente un aspirante. A la siguiente somnolencia les despertará un abanico, un tararí. Así transcurrió la tarde de ayer, de sofocón en sofocón hasta que ganó Degenkolb.

La primera sorpresa la protagonizó Froome, nada menos. En el sprint bonificado de Campillos (ilustre cuna de la porra campillera), y a 57 km de meta, el sudafricano tomó unos metros de ventaja a rueda de su compañero Knees, armario de dos puertas. Su objetivo era modesto (dos segundos de bonificación); su actitud, guerrera. Que un ganador del Tour considere de importancia tan insignificante botín nos sitúa ante un ciclista distinto en una carrera diferente. Insisto: no hay mejor lugar para pasar las tardes, caso de que puedan renunciar a las rubias.

Si Froome no obtuvo el suculento premio de cuatro segundos fue porque Pim Ligthart circulaba por delante. Su historia también merece atención. El holandés se fugó con quien parecía la mejor compañía posible: Tony Martin, el humano más semejante a una motocicleta, tres veces campeón del mundo contrarreloj (siempre después de correr la Vuelta). En cierto modo, era una fuga tras moto.

La presencia de Tony Martin inquietó al pelotón, concretamente a Giant y FdJ, léase Degenkolb y Bouhanni. Llegaron a creer, y no les faltaban razones, que con Martin de locomotora la escapada podría alcanzar Ronda. No olvidemos que el pasado año el alemán casi culmina una fuga en solitario de 175 kilómetros. De modo que la ventaja del dúo de 3:15 al paso por Cabra se redujo a 1:23 en Antequera (cuna de la afamada porra antequerana). Martin entendió la indirecta, liberó a Ligthart y se dejó atrapar. De inmediato, la diferencia volvió a crecer.

El siguiente hito hay que situarlo en Teba, ciudad histórica por la batalla del mismo nombre (gloriosos porrazos). Allí una pancarta blanca recibía a los ciclistas: “Ánimo Contador”. La firmaba la peña madridista de la localidad y el efecto fue casi inmediato. Poco después de cruzarla, el equipo Tinkoff se lanzó a la ofensiva en busca del abanico que proponía el viento lateral. Y lo consiguió. La caza no fue mayor, pero tampoco despreciable. Por detrás quedaron Hesjedal (ganador del Giro 2012) y Talansky (vencedor de la pasada Dauphiné). Malos tiempos para el Garmin.

Cuando nos creímos a salvo de más sobresaltos, Valverde pegó un arreón. No fue un verdadero demarraje, pero nos confirma su estado de ánimo: juguetón. Es obvio que la presencia de Quintana le ha quitado un peso de encima.

El triunfo de Degenkolb no merece gran relato: lo hemos visto siete veces. Más inesperado será lo que ocurra hoy, en el primer final en alto. Menos rubias, todo es posible.