Tour de Francia
Llega la hora de la verdad
Navardauskas obtuvo premio de su valiente ataque bajo la lluvia y con un asfalto peligroso. Hubo una montonera final sin consecuencias. Hoy, la contrarreloj decisiva.
La etapa de ayer fue un afinado resumen del Tour que termina, marcado desde el principio por el mal tiempo y las caídas, también por la suerte en sus diferentes versiones: buena, mala o catastrófica. En Bergerac venció un lituano cuyo nombre suena como un paseo sobre la hojarasca otoñal: Ramunas Navardauskas (que Cyrano nos perdone). Su éxito necesitó de un plan, de mucha determinación y de una imprescindible dosis de fortuna. Cuando el pelotón rugía a su espalda, a tres kilómetros de la meta y bajo la lluvia, una parte del grupo se fue al suelo e interrumpió la caza. Ramunas será para siempre el primer lituano que gana una etapa del Tour, el primero inmortal sin encestar un triple.
La caída, llegado el momento de las moralejas, nos enseñó que lo más recomendable es caerse dentro de los últimos tres kilómetros y no romperse ningún hueso. Otras alternativas son enteramente desaconsejables. El margen de protección que ofrece la carrera en ciertas etapas permite que los magullados se tomen con calma el ingreso en el hotel. Así aparecieron por meta Bardet y Péraud, entre el alivio y el dolor. Nibali, cortado, cruzó la meta silbando. Todos ellos habían salvado una situación comprometida por muy poco. Hay meses en los que todo sale bien; los ciclistas rezan para que el milagro ocurra en julio.
La escapada del día pareció una de tantas hasta que en la meta supimos que el equipo Garmin manejaba una estrategia más ambiciosa. La presencia de Slagter tenía como objeto favorecer luego el ataque del lituano Navardauskas. Así vengarían a Jack Bauer, atrapado a 25 metros de la llegada el pasado domingo en Nimes. Así se repondrían del abandono de Andrew Talansky. Por suerte, hasta los planes más disparatados corren el riesgo de salir bien.
El más escapado. Entre los cinco fugados se encontraba el suizo Elmiger, campeón de su país y el ciclista que más tiempo ha pasado escapado en el Tour: 784 kilómetros (Madrid-Marsella en bici y sin futuro). Aventuras personales al margen, todos lo integrantes tenían algo en común: sus equipos no habían ganado todavía una etapa.
Los velocistas no dieron mucho vuelo a la fuga. Tampoco lo permitió la lluvia. La única intriga radicaba en el kilómetro de la caza y en los protagonistas de la próxima caída. Pronto salimos de dudas. A 13 kilómetros desaparecieron los escapados, Slagter el último, y apareció Navardauskas, que bajo el aguacero corría en primavera. La montonera fue ilustre: Sagan (exorcismo, ya), Bardet, Péraud, Schleck... Ellos y los muchos que se cortaron por el incidente acababan de superar la pancarta salvadora de los tres últimos kilómetros.
Hoy se decidirán los escalones secundarios del podio con una contrarreloj de 54 kilómetros que promete emociones y alguna sorpresa. La razón es que no quedan fuerzas, o no son fiables. Tony Martin es el favorito principal, con permiso de Nibali. Péraud es el más dotado entre quienes pelean por el cajón, pero no debemos olvidar que Valverde es el actual campeón de España contra el reloj. Pinot debería ser la víctima, ya tendrá años (no menos de diez) para besar azafatas en los Campos Elíseos.