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Tour de Francia

Alejandro Valverde resiste

Salvó el segundo puesto tras descolgarse. Doblete de Majka que se aseguró tres cuartos del maillot de la Montaña, gracias al premio doble que conceden las victorias en alto.

GRAN DÍA DE LOS ESCUDEROS. Ion Izagirre tira de Valverde en la subida a Pla d’Adet. Su trabajo y el de Jesús Herrada fueron claves para la recuperación del murciano.
GRAN DÍA DE LOS ESCUDEROS. Ion Izagirre tira de Valverde en la subida a Pla d’Adet. Su trabajo y el de Jesús Herrada fueron claves para la recuperación del murciano. JESUS RUBIODIARIO AS
PERFORM

Rafal Majka (la tendencia a llamarle Rafa es irrefrenable, como si fuera polaco de Manacor) ganó ayer su segunda etapa en el Tour de Francia y no lo hizo de cualquier manera. En dos ocasiones guiñó un ojo a la moto de la televisión francesa. En momentos claves, además. Antes de atacar a Visconti, en los últimos kiómetros, y después camino de meta, ya en solitario. En los instantes en que los demás rezan o boquean, Majka tiene tiempo de bromear. Pero no se dejen engañar. A pesar de llamarse ‘Rafa’, el polaco recuerda poderosamente a Djokovic por su juguetona insolencia de niño prodigio, también por su perfil. Con sólo 24 años, Maj­ka, sexto en el pasado Giro, es un ciclista destinado a luchar por el triunfo en las grandes vueltas.

Junto a la etapa, Majka se aseguró tres cuartos del maillot de la Montaña, gracias al premio doble que conceden las victorias en alto. Purito pasó primero en las cumbres anteriores, pero nada pudo hacer después ante un chico que sube repartiendo besos. Cuentan que cuando estaba a prueba en el Saxo, ‘Rafa’ fue el único corredor del equipo que aguantó a Contador en una escalada. Riis, ya lo pueden imaginar, se apresuró a hacerle un contrato que tendrá que revisar a final de temporada. Cuesta creer que el chico siga aceptando el papel de gregario.

En ese futuro que se vislumbra (Nairo, Majka, Aru...), los ciclistas franceses jugarán un papel fundamental. Pinot y Bardet ya han dado el salto que distingue a las promesas de las realidades. Su actual pelea (hay pique desde la infancia) es lo que anima esta última semana y será un estímulo para próximos veranos: el Tour es más grande (todavía) cuando dos franceses dividen a la afición local: Anquetil-Poulidor, Hinault-Fignon... Y no olvidemos que aquí habrá un tercero en discordia: Warren Barguil (22 años), ganador de dos etapas en la pasada Vuelta. Todos ellos tipos de un indudable atractivo deportivo y personal. El ‘menage a trois’ (plato muy francés) está servido.

En el enésimo capítulo de su enemistad, Bardet volvió a disparar contra el trauma de Pinot y le atacó en el descenso de Val Louron. Le tomó medio minuto de ventaja. Una vez atrapado, fue Pinot quien intentó descolgarle. No lo consiguió. A quien sí dejó atrás fue a Valverde, que vio peligrar el podio con mucho puerto por delante.

La batalla, no obstante, era menor. Mientras todo aquello ocurría, Nibali se había marchado con la única compañía de Péraud, un francés de otra generación (37 años) que irrumpe en el año de los niños. De no haber perdido más de tres minutos en el pavés, este viejo campeón de mountain bike sería el ciclista más próximo al líder y su rival más dotado contra el reloj.

El Movistar. Herrada y, especialmente, Izagirre tiraron de Valverde hasta lograr su integración con el grupo de Pinot y Bardet, ya en el último kilómetro. Ellos, ahora becarios, serán nuestros representantes en ese futuro que para nosotros los españoles resultará más bien imperfecto. Ninguna proyección estará a la altura del pasado o de este presente en el que rezongamos porque Valverde es, todavía, segundo en el Tour.