Tour de Francia
Vincenzo Nibali juega otra liga
El compañero de Contador venció en Risoul. Nibali volvió a atacar. Valverde, con un problema mecánico, conservó la segunda plaza por apenas 13". Tour de Francia 2017: Düsseldorf-Lieja
Lo que viene, conviene. El origen de la frase es tan antiguo que resulta imposible rastrearlo. Es seguro que la inventó un precursor de los libros de autoayuda. También la repite Del Bosque, o al menos lo hacía hasta el pasado Mundial. Su utilidad como salvavidas nos vendrá bien después de la etapa de ayer: Valverde perdió un minuto con Nibali y cedió tiempo a los otros candidatos al podio. Ahora mismo, mantiene el segundo puesto con trece segundos de ventaja sobre Bardet, 29 sobre Pinot y 1:12 sobre Van Garderen. La buena noticia es que apenas queda nada que conservar.
Antes de proseguir con los primeros puestos, es de ley detenerse en el polaco Majka. A finales de junio supo que correría el Tour. Y no le hizo ninguna gracia. Se encontraba de vacaciones después de un Giro extenuante que terminó en sexta posición. El siguiente reto en su calendario era la Vuelta. Sin embargo, la exclusión de Kreuziger por valores anómalos en su pasaporte biológico, hizo que fuera reclutado por el equipo de Contador a última hora. El polaco se desahogó en Facebook: “Mi equipo no se preocupa por mi salud. Tengo 24 años y creo que dos grandes vueltas seguidas son un desafío demasiado grande”. Bien, pues Majka logró ayer el triunfo más importante de su carrera: una etapa en el Tour. Nunca pareció tan saludable.
La victoria de Tinkoff llegó seis días después del abandono de Alberto Contador, que ayer siguió la etapa desde el estudio de Televisión Española. Es el mínimo consuelo para un equipo que se ha propuesto los triunfos parciales como método de auto-rescate anímico. De ahí que ayer colocara a dos ciclistas en la escapada del día, el polaco y Roche. De ahí su presencia permanente en carrera y de ahí el sobresalto que nos causa ver el maillot de Contador sin Contador dentro.
Majka resistió el empuje de Nibali en Risoul. El italiano volvió a atacar en los últimos kilómetros y, como otras veces, nos da la impresión de que gastó más energías de los segundos que ganó. Tal vez veamos visiones. Quizá nos ciegue el deseo de un Tour reñido.
Quien falló esta vez fue Valverde, lastrado por un problema mecánico e incapaz de seguir a los más jóvenes. La enseñanza es que resistir no es una opción. Movistar tendrá que planear otras etapas que no se resuelvan en el último puerto. Apostar fuerte y aprovechar montañas como el Izoard, que ayer se subió sin sobresaltos. Hace años, los campeones acostumbraban a coronar esa cumbre en solitario: Bartali, Coppi, Bobet… hasta Pantani se exhibió allí en el Giro de 2000. Ayer fue Purito quien pasó en primera posición, al frente de los escapados. El maillot de la Montaña vuelve a ser suyo, pero empatado a puntos con Majka, mal compañero de viaje.
Raro. El tramo final nos situó ante una escena insólita. Nunca un líder fue tan ignorado como Nibali. Sus adversarios han dejado de serlo para concentrarse en la lucha por el segundo y tercer escalón del podio. Esa batalla sí será encarnizada. Bardet y Pinot se las tienen tiesas y Van Garderen sigue al acecho. En mitad de ese tiroteo, Nibali es el pianista y Valverde el forastero bajo la mesa. Urge pensar algo, y conviene que sea original.