Tour de Francia
Greipel se estrena en este Tour
Pinchó Kittel y ganó otro alemán, un Greipel que aprovechó el pinchazo de su compatriota para ganar su sexta etapa en el Tour. El Español Luis Ángel Maté, el más combativo.
Para empezar, la anécdota. Desde lo alto del podio que le acreditaba como corredor más combativo de la etapa, el malagueño Luis Ángel Maté arrancó dos flores de su ramo para repartirlas entre las azafatas, una de ellas la bellísima Marion Rousse, ciclista profesional y novia de Tony Gallopin, corredor del Lotto. El marbellí tiene el mote ganado a pulso: El Lince.
Poco después de un gesto tan galante, un ciclista arremetió contra Maté y no fue Gallopin. Se trataba de Jerome Pineau, uno de sus compañeros de fuga. El francés dijo que Maté era “una rata”. Le acusaba de ser tacaño en los relevos y de demarrar cuando ya tenían el pelotón en los talones, a 16 kilómetros de meta. El Lince respondió en Twitter: “Sin comentarios… ¿Me ataca y me pide relevos? ¡Si tú me atacas, yo te respondo!”. Es obvio que a Pineau le hubiera gustado regalar una flor a la diosa Marion.
Nada nuevo, por otro lado. La intensidad de los relevos es un asunto por el que suelen discutir los especialistas en fugas. Siempre hay alguien que reserva fuerzas o que no las tiene, o que las recupera de pronto. Siempre hay alguien a quien culpar cuando el pelotón bufa por la popa.
Más allá de la anécdota, la jornada fue escasamente amable. Continuó el mal tiempo y se repitieron las caídas: Jesús Hernández y Xabier Zandio se fueron para casa con diferentes magulladuras. Tanto Contador como Porte, nuevo e inquietante líder del Sky, pierden un compañero.
En cierto modo (macabro), los accidentes no estaban fuera de lugar. La etapa rendía homenaje a los caídos de la Primera Guerra Mundial en uno de los territorios donde la batalla fue más encarnizada. En esos campos se llevó a cabo la Ofensiva de Nivelle, en la que un general francés del mismo nombre planificó un ataque decisivo para el que calculó “apenas” 10.000 bajas propias. Finalmente fueron 100.000 los muertos franceses (163.000 alemanes) para una ganancia insignificante de terreno.
Cuesta decir si la victoria de un alemán en Reims, cien años después, tiene algún significado. Seguramente lo que careció de sentido fue el conflicto que tuvo como detonante el asesinato de los Archiduques de Austria, el 28 de junio de 1914, en coincidencia con la primera etapa del Tour de aquel año.
Esta vez, el alemán en cuestión no fue Kittel, como en los tres sprints anteriores, sino Greipel, otro germano de catálogo. El velocista del Lotto aprovechó el pinchazo de su compatriota para ganar su sexta etapa en el Tour.
Estrella. Los últimos kilómetros también fueron movidos, especialmente para los franceses (otra vez la coincidencia macabra): un abanico dejó cortados a Pinot y Rolland, que perdieron un minuto en meta. Poco después, cuando todo parecía listo para el sprint, el polaco Kwiatkowski desafió al pelotón con un ataque sorprendente. Fue cazado, pero conviene no perder de vista a este talento de 24 años, campeón de su país contrarreloj y 11º en el pasado Tour.
Hoy no habrá descanso, al contrario: esperan 234 kilómetros con puertos de cuarta al final de la etapa. Mucho infierno antes de llegar al cielo.